Crónica | Un 2004 sin las clásicas atracciones de feria Por primera vez en años, durante los festejos, en el centro de la ciudad no ha habido ni un tiovivo ni una tómbola, ni tan siquiera una triste caseta donde disparar balines
09 ago 2004 . Actualizado a las 07:00 h.¿Qué son unas fiestas sin perritos piloto, o sea, sin tómbolas? La respuesta: Ferrol 2004. Por primera vez en años, durante los días grandes de este verano, en la ciudad no ha habido atracciones de feria ni casetas de juego, ni tan siquiera un triste chiringuito donde disparar cuatro balines con esas escopetas de miras habitualmente tan viejas como trucadas. Amén del disgusto entre la parroquia infantil, las arcas públicas han dejado de ingresar cientos de euros en concepto de concesiones para la ocupación temporal de espacios dentro del casco urbano. Pero ha sido una pérdida de recursos premeditada. No es que nadie se haya interesado en obtener permiso municipal para establecerse en el Cantón, todo lo contrario. El propio Ayuntamiento, pese a recibir decenas de solicitudes, ha prohibido la instalación de puestos allí. Lejos de cuestionarla, el concejal del ramo, José Manuel Couce Fraguela, defiende con tal ahínco y convencimiento esa postura que todo apunta en una dirección: salvo giro radical, el próximo año, más de lo mismo, es decir, nada de nada, agur a los chuchos que conducen y eso. ¿Por qué? El argumentario oficial incluye seis razones. Sostiene el edil que las casetas transmiten «una imagen penosa» de Ferrol al visitante. «Los dueños -agrega- se ponen a vivir ahí en medio de las alamedas, con sus carromatos, e incluso tienden la ropa y tiran aguas sucias. Algunos son la piel del diablo, peligrosos». Puntos dos y tres: si el ejecutivo local hubiese concedido las licencias demandadas, el palco situado junto al antiguo Gobierno Militar no habría podido acoger conciertos a diario, y tampoco se habría celebrado en el paseo central la recreación de batallas, una actividad ligada al Mercado da Ilustración y desarrollada el sábado 7. Asimismo, el munícipe apela a una supuesta petición de tranquilidad por parte del vecindario: «Otras veces se juntaba ahí un nivel de decibelios insoportable, que no dejaba descansar». También rescata un episodio controvertido de las fiestas pasadas. «Trajeron una cosa penada por ley, se pusieron a sortear pájaros», recuerda. Efectivamente, una patrulla de policías locales hubo de intervenir entonces, pero solamente en uno de los negocios, no en el resto. Sin espacio alternativo Para concluir, el concejal esgrime que «se buscó» sin éxito un lugar alternativo al Cantón para satisfacer la demanda de espacio formulada por los feriantes. «Pero es que, sinceramente -arguye-, no lo vimos y no lo vemos. Y tampoco ellos querían estar en una zona que no fuese el centro de la actividad». Varios miembros de la corporación desconocían ayer este veto. Algunos incluso afirmaron que no comparten ni respetan la medida. En la redacción de La Voz se recibieron varias llamadas de protesta, así como una carta del mismo modo contraria a la prohibición. El debate parece abierto.