
La crisis también afecta a la panadería tradicional, pero cada vez se recurre menos al alimento de fabricación industrial
01 mar 2016 . Actualizado a las 13:51 h.El bum que supuso hace unos años la irrupción en la cesta de la compra del pan que se vende en los hipermercados y en algunos súper a partir de piezas precocidas o congeladas parece haber quedado atrás. Sigue habiendo gente que lo compra, porque es más barato y en época de crisis hay que reducir gastos por donde sea, pero el pan artesano de toda la vida está recuperando el papel de antaño como alimento imprescindible en todas las mesas.
De hecho, negocios de diferentes sectores siguen cerrando, aunque menos que hace unos años, pero los despachos específicos de pan se mantienen e incluso están aumentando. Aún así, la prueba evidente de que se sigue consumiendo pan industrial es que los domingos, cuando hipermercados y supermercados están cerrados, en las panaderías se registran colas impresionantes, que no se ven a lo largo de la semana.
Nubia Badel Rodríguez es la propietaria del establecimiento Tartiñas, situado en la calle Coruña de Ferrol, que abrió sus puertas hace dos años orientado principalmente a la repostería, pero que ahora mismo tiene su fuerte en la venta de pan. No tiene horno propio -solo lo utiliza para la bollería- y se suministra de once hornos de Ferrol y comarca. Según explica Nubia, los clientes quieren pan artesano. «El primer año tuvimos la baguete industrial, pero ese tipo de pan no es agradecido para el estómago», comenta, añadiendo que la diferencia de precio tampoco es tan significativa.
El moreno, el preferido
Entre las preferencias del público que acude a esta tienda figura el pan artesanal moreno. El blanco también tiene bastante salida, fundamentalmente para los bocadillos de los niños y para las personas mayores con prótesis dental, porque es más blando.
Por su parte, Begoña González, que está al frente del despacho de Pan Perlío de la calle María, asegura que la crisis y la venta del pan congelado sí se han notado. «Si no entra dinero en las casas hay que reducir gastos como sea y por el precio de una barra de pan artesano casi pueden comprar tres del congelado, aunque saben que no es pan bueno», dice, añadiendo que, no obstante, en su despacho, que cuenta con horno propio, «los clientes de siempre siguen viniendo todos los días». En lo que más notan la bajada es en la gente que va de paso por la zona, que antes aprovechaba para hacer la compra y ahora sigue de largo.
La gente compra el mejor
En el despacho que la panadería Santa Rita tiene en la calle San Salvador de Ferrol también venden solo los productos de su propio horno de Neda. Según la persona que está al frente del negocio, la gente quiere buen pan y, aunque pruebe otros, siempre acaba comprando el mejor. Añade el hecho de que cada vez hay más personas con intolerancias a distintos productos y el pan artesano tiene la gran ventaja de que no cuenta con aditivos ni conservantes, porque se elabora día a día.
En la panadería Santy, de A Solaina, que cuenta con varios despachos, venden productos de elaboración propia y también baguetes, y aseguran que la clientela prefiere el pan del país.
Esperanza López, de O Forno da Estrada, en el municipio de Narón, señala que «gracias a Dios, hay público para todo». En este negocio tienen pan de fabricación propia y también baguetes, si bien el primero triunfa siempre sobre el segundo.