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A Magdalena se libra del tendal ilegal

Bea Abelairas
B. abelairas FERROL

FERROL CIUDAD

Un decreto de la Xunta del 2007 prohíbe secar la colada «a cubierto y protegido de vistas»

22 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace años que las normas urbanísticas luchan contra los tendales en las fachadas. Lo reflejan las municipales y el decreto sobre habitabilidad aprobado por la Xunta en el 2007 deja claro que todas las casas han de tener un espacio para tender en la intimidad. De hecho, hay hasta unas medidas mínimas para ellos en las obras nuevas. Sin embargo, solo hay que darse un paseo por la ciudad para percatarse de que algunas personas son incapaces de sustraerse a la tentación de poner su ropa al sol. Eso sí, en A Magdalena no se encuentra ni un solo tendal ilegal, mientras que abundan en Recimil, en la plaza de Sevilla, en las callejas del puerto y en Canido.

«Es especialmente feo cuando se cuelgan en fachadas importantes», precisa una arquitecta que confiesa que las administraciones son incapaces de abordar este tema.

Un aire al Trastévere

«Creas un proyecto con espacios para tender y unos años más tarde ves la ropa en las ventanas», se lamenta. Sin embargo, María López se pregunta si realmente es feísmo poner la ropa al sol en el casco antiguo: «Yo soy de Santiago y en las calles de la parte antigua no me molestan los tendales coloridos, ni aquí ni en Compostela; le dan a la ciudad un aire al Trastévere, uno de los barrios más bonitos de Roma».

Águeda Castro vive en las inmediaciones del Parador y se enorgullece de que en su edificio todos cumplen la norma de los tendales y otras «de sentido común como no airear la ropa de cama». Asegura que conoce muchos casos que no le gustan, pero tampoco le parecería bien que desde el Ayuntamiento se persiguiesen con sanciones estas conductas. Ferrol Vello cuenta con un montón de adeptos a poner la ropa al sol, incluso aunque vivan en casas con fachadas de valor arquitectónico o que se ven desde lugares de paso o especialmente visitados por turistas.

Donde más ejemplos se encuentran es en plazas como la de Sevilla, donde sus moradores apelan a la antigüedad de las casas y al hecho de que el espacio verde es de uso de los vecinos: «Creo que hay que preocuparse de otras cosas tal y como está el barrio y la ciudad, la ropa al sol es lo de menos creo yo», zanja un residente que pasea a su perro ante una casa en la que hay prendas colgadas en todos los pisos. «No queda bien, pero muchas de las que lo hacen son personas mayores, que no tienen ni ascensor ¿Les vamos a pedir ahora que cambien algo que llevan haciendo toda la vida», se pregunta otra vecina, Montse.