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«¿Morirnos de hambre? No, lo intentamos»

FERROL CIUDAD

á. manso

Julio Fernández y Rogelio Reja, de 54 y 56 años, acaban de abrir su propio negocio, Reyfer

05 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Habitualmente se suele relacionar la palabra emprendedor con la juventud. Sin embargo, existen numerosas excepciones que rompen la regla. Una de ellas es la de Julio Fernández y Rogelio Rejo, de 54 y 56 años, respectivamente, que han decidido abrir su propio negocio después de que un ERE que no se llegó a cumplir acabase con sus puestos de trabajo en Pardo Parada. El lunes, tras echar mano de sus ahorros, Reyfer, nombre de su empresa, se convirtió en una realidad en un bajo de la calle Río Xubia. Estarán dedicados, al igual que en su anterior empleo, a los materiales de fontanería, baño o calefacción, con especial atención a los recambios de las marcas más habituales en el mercado.

«Con la que está cayendo, ¿qué hacemos? ¿Nos morimos de hambre? Pues no, por lo menos lo intentamos», lanza Julio, con la ilusión de ver cumplido el sueño de trabajar para sí mismo, sin depender de otros. Pardo Parada echó el cierre y, desde entonces, él y su socio se pusieron manos a la obra con el nuevo proyecto.

Pensaron que, «al no haber dónde emplearse», debían emprender su propia aventura, «con un poco de aquí y otro de allá», en un acto de valentía, para mejorar el futuro que se les avecinaba, con una pensión de menos de 500 euros al mes si se jubilaban. El desembolso inicial fue de unos 50.000 euros, con el añadido de una hipoteca de unos 30.000, de manera que la inversión total es de alrededor de 130.000 euros. «Barajamos varias posibilidades y, al final, decidimos aprovechar la experiencia que habíamos cosechado», argumenta Julio, que estuvo 18 años en la anterior compañía, mientras su amigo Rogelio estuvo ocho más.

El cofundador de Reyfer considera que ha sido «fundamental» basarse en la cualificación que ya habían adquirido pues, al conocer el terreno, «el riesgo es menor», añade. Esta decisión les ha asegurado una bolsa de clientes que ya identificaban y que, sobre todo, ya conocían su «profesionalidad», subraya. «Saben que somos gente seria y que vamos a seguir por ese camino», remarca Julio. Tanto él como su socio conocen al detalle los oficios tanto de vendedor como de instalador de fontanería, lo que ofrece un valor añadido al nuevo establecimiento con respecto a otros del mismo sector.

Después de abrir el lunes, tras dos días en los que recibieron más gente en Reyfer de la que esperaban, Julio y Rogelio, dos «jóvenes» emprendedores, viven hoy su tercer día en el negocio.