
La pastelería Valencia de la plaza de Ultramar, la única que sigue en manos de la familia que fundó el negocio, celebra cinco lustros de vida con una fiesta en la que no faltarán sus famosas bollas y empanadas
30 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.El 17 de diciembre de 1992 abría sus puertas en la plaza de Ultramar la cafetería-pastelería Valencia, un establecimiento comandado por Ana Simó que daba continuidad a un negocio familiar iniciado veinte años antes, en 1972, cuando sus padres -María Vázquez y Enrique Simó- fundaron el primer despacho con ese nombre en la carretera de Catabois. «A mi padre todo el mundo lo conocía por el mote de Valencia, porque era valenciano, así que cuando puso en marcha el negocio junto a mi madre no le resultó difícil escoger un nombre para bautizarlo», explica la hija de los fundadores echando la vista atrás.
De aquellos dos emprendedores, sus padres, Simó heredó el gusto por el «buen hacer» que todavía hoy se venera en la cafetería-pastelería que dirige en la esquina de las calles Venezuela y Perú, donde mañana mismo se organizará una gran fiesta para conmemorar sus veinticinco años de andadura. En la celebración -que comenzará a las siete de la tarde y a la que están invitados todos los clientes-, habrá cócteles especiales y se sortearán lotes de productos navideños y estancias en establecimientos como el Balneario de Mondariz o el Gran Hotel de Ferrol. Y, por supuesto, los asistentes que acudan al sarao no se quedarán sin catar la famosa empanada de Valencia.
«Continúa siendo nuestro producto estrella, porque la seguimos preparando de forma totalmente artesanal, como lo hacían mis padres; estirando la masa con rodillo, rellenándola a mano y utilizando productos naturales y de buena calidad en su preparación», destaca Ana Simó al tiempo que confiesa que su preferida es la raxo, aunque en el mostrador sigue triunfando la de atún y también cosechan muchos piropos las de bacalao con pasas, pulpo, zamburiñas y vieiras.
A estos apetitosos bocados -junto con la deliciosa bolla que a diario se sirve con el café, las tartas, los pasteles y los helados que se preparan de forma artesanal en el obrador- se debe el éxito de un negocio que también tiene otro puntal en la «amabilidad» de su personal. «Contamos con doce empleados y algunos de ellos llevan con nosotros toda la vida, como Loli, que entró con 16 años cuando abrimos la cafetería-pastelería hace ya veintinco años», cuenta Simó sin ocultar su admiración por los pasteleros y camareros que trabajan en el local.
Al preguntarle cuál es la receta para que un negocio se mantenga en pie tanto tiempo, no duda ni un momento y enseguida señala a sus dos grandes referentes: su padre, ya fallecido, y su madre, quien tras toda una vida de trabajo disfruta de la jubilación. «De ellos aprendí muchas cosas, pero, sobre todo, la importancia de que todos nuestros productos, desde la primera hasta la última pieza que salen del obrador, mantengan muy alto el listón de la calidad», apunta Simó.
La forma de trabajar de sus padres, muy artesanal, no está reñida, sin embargo, con las nuevas tendencias que marcan los gustos actuales. «Ahora hacemos cosas nuevas, como los semifríos, y también estamos preparando más dulces con merengue, porque parece que vuelve a gustar mucho», advierte la gerente de Valencia.
Mañana le tocará vestirse de tiros largos para festejar los 25 años de su establecimiento y, lejos de fatigarle el paso de los años, se confiesa «encantada» de poder trabajar en un negocio que «reparte felicidad»: «Nos dedicamos a vender alegría y dulces y eso te da muchísima satisfacción».
EN CORTO
Orígenes. María Vázquez y Enrique Simó fundaron la pastelería Valencia en Catabois en 1972. Después se expandieron con varios despachos en Ferrol, pero el único que sigue en manos de la familia a día de hoy es el que abrieron en Ultramar en 1992, que mañana cumple 25 años.
Fiesta. El 25 aniversario se cumple el 17 de diciembre, pero la fiesta de celebración tendrá lugar ya mañana, a las 19.00 horas.