
La ferrolana formará parte del equipo nacional que acude al Campeonato del Mundo para veteranas, que se disputa en Las Vegas, en Estados Unidos
25 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Paula Hermida Velo (Ferrol, 44 años) formará parte del equipo español de pádel que, entre los días 28 de marzo y 3 de abril, disputará, en la ciudad de Las Vegas, en Estados Unidos, el campeonato del mundo de pádel para veteranas. «Que la nueva seleccionadora nacional haya contado conmigo es todo un orgullo —asegura la ferrolana— en España hay mucho nivel y no es fácil hacerse un hueco en un equipo nacional que probablemente peleará por el título mundial, que ya consiguió en la última edición».
En el mundial de veteranas tan solo se permite la participación a jugadoras mayores de los 35 años, estableciéndose tres categorías: más de 35, más de 40 y más de 45. «Yo tengo 44 años —explica— ya entró casi en el último grupo. A nosotros nos dejan bajar a competir con las más jóvenes, aunque las más jóvenes no pueden competir con las más veteranas. Esta convocatoria me la esperaba otros años, aunque no me seleccionaron. Este año ha cambiado la seleccionadora, Iciar Montes me conoce un poco más y ha decidido citarme. Me hace una ilusión especial. Cuando jugaba al tenis, he jugado con la selección española cadete y júnior un montón de veces. Sin embargo, ahora me hace ilusión representar a España en otro deporte».
El equipo español de veteranas lo forman ocho jugadoras, seis titulares y dos reservas. En el mundial participan 16 selecciones nacionales. «Todavía no ha salido el sorteo —dice Paula— por lo tanto, nada sabemos de los rivales». España es la actual campeona del mundo de veteranas, aunque Paula asegura que tanto España como Argentina son dos potencias en pádel: «Todo depende de las jugadoras con las que acudan los equipos —indica— sé que Argentina las tiene muy buenas, aunque nunca llevan a las profesionales. Algunas no acuden por motivos profesionales y otras simplemente porque no quieren».
La competición es por equipos, aunque también la hay individual, por parejas. «La Federación Española —relata la ferrolana— no quiere que tomemos parte en esta categoría individual por si nos lesionamos. Yo es algo que no comparto, ya que si alguien se lesiona, para eso llevamos reservas. Quieren que nos centremos en el torneo por equipos». El domingo partirá, desde Madrid, el equipo español con dirección a Estados Unidos, con mucha ilusión en la mochila.
Paula Hermida fue una de las promesas del tenis español, llegó a ocupar el puesto 140 en el ránking femenino mundial y fue octava de España. «He jugado bastante al tenis en Estados Unidos —destaca— aunque en Las Vegas nunca he estado. Me sorprendió un poco cuando me dijeron que era allí, aunque me han dicho que en esa ciudad está uno de los clubes de pádel más grande de los Estados Unidos. El pádel es un deporte que está creciendo mucho en ese país. Yo voy con muchas ganas, Las Vegas es una ciudad espectacular y creo que el mundial será una experiencia interesante para mí».
Relata que lleva toda su vida ligada al deporte: «Comencé a jugar al tenis con solo cinco años y lo dejé a nivel profesional a los 21. A pádel comencé tarde, fue a raíz de que me fui a vivir a Madrid en el 2004. A nivel profesional nunca jugué, soy funcionaria y los horarios no me lo permiten, ya que muchos partidos se disputan por semana. Sí que ha disputado partidos del World Pádel Tour con Isabel Domínguez o Ana Grandes y no hice malos resultados. Me da un poco de pena, me hubiese gustado probar. Ahora juego al pádel de forma amateur en el Club de Tenis Chamartín».
Social y divertido
Sobre la popularidad del pádel indica: «Al principio yo fui un poco reticente, veía partidos, pero tardé en animarme a jugar. El pádel es muy social, acabas de jugar y te tomas un refresco o una cerveza con la gente. Engancha porque no necesitas una técnica como en el tenis. Solo pelotear ya es divertido».
Ahora juega al pádel por afición, aunque fue tenista profesional y asegura que fue muy duro: «Yo lo dejé muy joven, mi padre era mi entrenador y me presionaba mucho. Llegó un momento en el que la pista se trasladaba a casa y ya era un sinvivir. Por eso preferí dejar de jugar, eran más los disgustos que las alegrías. Tuve la oportunidad de irme a Valencia y también a Estados Unidos, aunque renuncié, mis padres no querían que dejara de estudiar. Toda mi vida entrené en Ferrol y era complicado. Yo he ido a jugar un Roland Garros o a Wimbledon sin pisar la tierra o la hierba. Era imposible».