La iglesia de Loira, colonia ferrolana en el corazón de Valdoviño: «Expropiaron os terreos para facer o embalse e agora está todo en ruinas»

Elba de la Barrera Agulló
Elba de la Barrera VALDOVIÑO / LA VOZ

FERROL CIUDAD

Datada del siglo XV y epicentro de peregrinación, el templo cayó fruto del abandono a raíz de la construcción de As Forcadas. Sus fieles todavía recuerdan con pena la pérdida de esta joya arquitectónica escondida bajo la maleza.

08 feb 2023 . Actualizado a las 22:16 h.

Un halo de misterio envuelve su estructura, actualmente agazapada bajo hiedra y silveiras. La antigua iglesia de San Pedro de Loira, en el ayuntamiento de Valdoviño, quedó paradójicamente abandonada en aras del progreso de la localidad vecina de Ferrol, tal y como recuerdan los parroquianos que en su día hicieron uso de este templo, que fue también epicentro de peregrinación a San Andrés de Teixido y a Compostela, a través del Camino de la Costa. 

«Eu fixen alí a comuñón. Logo marchei para Zaragoza a facer o servizo militar e foi nesa época cando pecharon a igrexa. Polo que sei foi para facer o embalse de As Forcadas e houbo que facer un templo novo, o que da mágoa é que non se recuperen as pedras, que teñen carácter histórico e que están abandonadas», expone Mario, vecino de la parroquia que todavía recuerda el culto en el antiguo templo. Su tocayo, Mario de Furada, coincide al rememorar que «tiñan que pasar por alí os tubos do embalse e quedou todo abandonado, agora xa non hai nada que recuperar». Precisamente, este vecino de Loira fue uno de los últimos en contraer matrimonio en la vieja iglesia, hace más de sesenta años. Un sentimiento de tristeza que se ha ido desdibujando a la par que la naturaleza se abría paso por la estructura del templo. 

Fue en la década de los años 60 cuando el régimen franquista llevó a cabo la construcción de un gran embalse que sirviese como grifo para la ciudad natal del dictador. En el proceso de construcción de As Forcadas se produjeron diversas expropiaciones de terrenos y, entre ellos, la iglesia de Loira y el camposanto aledaño se convirtieron en parte de esa lista de espacios sacrificados para el abastecimiento de la cabecera de comarca.

Fue entonces cuando la parroquia tuvo que reestructurarse y erigir un nuevo templo, que es el que se encuentra actualmente operativo, dando paso a un período de transición, tal y como relata Charo Calvo. «Yo nací con siete meses y mi madre quiso bautizarme muy rápido para poder darme sepultura si fallecía. La ceremonia ya no se podía hacer en la iglesia antigua, que ya estaba cerrada, y tampoco estaba todavía lista la nueva. Así que me bautizaron en el bajo de una casa en la que durante esa temporada se celebraba el culto», señala la vecina de Loira. 

 Colonia ferrolana en pleno corazón de Valdoviño

Pero, ¿qué pasó tras la mudanza repentina del lugar de culto de los vecinos? A nivel administrativo, según destaca el regidor de Valdoviño, Alberto González, los terrenos y viales expropiados pasaron a ser de titularidad del Ayuntamiento de Ferrol. Esto es, el lugar que ocupaban la iglesia y el cementerio de la parroquia se convirtieron en una suerte de colonia ferrolana, conquistada a través de la decisión del gobierno franquista de materializar el embalse, y cuyo mantenimiento y responsabilidad recaen desde entonces sobre la cabecera de comarca. 

Legalmente, expone el alcalde, «Valdoviño no puede actuar sobre la propiedad, es un anacronismo y hay un gran debe con los vecinos de Loira, que perdieron un lugar de vida y no recibieron nada a cambio porque tampoco se abastecen del agua del embalse». Desde la Administración municipal se han mantenido conversaciones a lo largo del presente mandato con el alcalde de Ferrol, Ángel Mato, para abordar la necesidad de mejora y mantenimiento de, sobre todo, los viales de titularidad ferrolana en la zona del embalse, pero la conservación del templo es un aspecto difícil de abordar desde el punto de vista legal y administrativo.

«Habría que sentarse, hablar y buscar fórmulas para encontrar financiación para la recuperación de la iglesia, que es una joya arquitéctonica que los vecinos tienen que reclamar como propia», ahonda el alcalde y también arqueólogo, Alberto González, que como vecino y profesional del sector no duda en destacar el valor histórico de este templo perteneciente a un estilo gótico tardío, que podría datarse del siglo XV. 

Y es que, además del impacto patrimonial que supone el blindaje del templo, también hay profundas implicaciones sociales en esta particular situación. «En el cementerio los enterramientos se hacían en tierra y aunque muchos movilizaron a sus seres queridos con el cierre del templo, todavía siguen quedando restos. Durante años, de manera simbólica, se llevaban hasta allí velas y flores por difuntos. Mi madre, por ejemplo, perdió a su madre cuando tenía solo dos meses y la enterraron en el cementerio viejo. Aunque sí se trasladó el cuerpo, hubo familiares a los que enterraron después en esa tumba y no se sabe a ciencia cierta que restos quedaron allí», reflexiona Charo. Así, el camposanto apátrida de Loira permanece desde hace más de medio siglo en todo un limbo que hace que las personas que allí descansan lo hagan actualmente y a los ojos de la ley en territorio del Ayuntamiento de Ferrol.

Campanas y retablo recuperados

Con todo en contra, los vecinos pelearon por poder recuperar algunos de los ornamentos su iglesia, según relata Francisco Fernández Díaz, hijo un vecino que fue, además, monaguillo del templo viejo.  «Se salvaron varias imágenes, un reloj de sol que ahora está en el cementerio nuevo y también el retablo, pero fue algo que hicieron los propios vecinos años después del cierre porque estaban desapareciendo muchas cosas», relata. 

En este sentido, Charo tiene grabado el momento en el que fueron a buscar las campanas del viejo templo para mantener su toque en la iglesia de nueva construcción: «Yo era muy pequeña y recuerdo que fuimos con dos tractores para llevarnos las campanas de la iglesia». Esta misma voluntad de mantener la esencia y las raices de la parroquia llevaron al padre de Francisco a comprar la propiedad cercana, que había sido la casa del cura de Loira, en una subasta.

«Él había trabajado como albañil siendo pequeño en la construcción de la casa del cura y cuando salió a la venta quiso comprarla; por su valor sentimental. Ahora que mi padre ya no está mi hermana Mónica la está restaurando», concluye este vecino al que le habría gustado que se hubiese hecho lo propio con esta iglesia en tierra de nadie y en el corazón de muchos en Valdoviño.