El ferrolano con más de medio centenar de tatuajes: «En la playa se me quedan mirando, es normal, llama la atención»

FERROL CIUDAD

Con 26 años, cuenta con inscripciones por todo el cuerpo, las últimas, en el cuello
09 jul 2023 . Actualizado a las 12:22 h.Con 17 años, Diego Morado se hizo su primer tatuaje. Nueve años después, con 26, ya no sabría calcular todos los que tiene. «Puff, la verdad es que no los puedo contar ya. Pero pasan de los cincuenta», reconoce. Recuerda con lo que empezó todo: «La cabeza de un tigre en un brazo, un estilo old school», describe. El último lo terminó esta semana con el tatuador ferrolano Pablo López. «Me hice dos soles con dos tribales», señala.
Diego entró en el mundo de los tatuajes «por la estética». «Luego empiezas a indagar un poco en lo que puedes representar con un tatuaje, lo que puede significar. Y ahí me empecé a enganchar», explica. Por lo que convirtió su propio cuerpo en un libro de recuerdos. «Tengo alguna fecha como el nacimiento de mi hermana, una imagen en la playa con mis perros... cosas del día a día. Son recuerdos, cosas personales», indica.
Este más de medio centenar de tatuajes los tiene repartidos por todo su cuerpo. «Por las piernas es donde menos tengo», dice. Y los más vistosos, en espalda, pecho, cuello y hasta en el rostro. Advierte de que para tatuarse la cara «hay que pensarlo dos veces». Tiene dos Smiley, uno sonriente y otro triste, y una frase encima de la ceja, Stop thinking. «Son los más difíciles de pensar y los que debes tener más claros porque están en una zona muy visual. Debes estar muy, muy seguro. Son los que más tardé en pensarlos», valora.

Llega el verano, acaba de tatuarse, y sabe que requiere unos cuidados especiales. «Hay que tenerlo muy tapado del sol, sobre todo, hasta que salga la postilla. Cuando ya salga la costra, protección 50 y evitar que le dé el sol. Al agua de la playa, ni acercarse, porque te borra todo el tatuaje», explica.
Probablemente Diego sea uno de los vecinos de Ferrol más tatuados —«yo conozco a gente que también tiene bastantes, por ahí andará la cosa, o puede que más que yo»— y reconoce que llama la atención. Más que por la calle y en su día a día, cuando va a la playa. «Por la calle, al ir con camiseta, no se ve tantísimo. Se ven los brazos y el cuello. Los que más sorprenden son los de la cara. En la playa sí que noto que la gente me mira, es normal, al final pasas por delante todo pintado, llaman la atención. Pero es normal, yo también miro a la gente tatuada», comenta.

Es curioso que Diego sea el único tatuado de su grupo de amigos y de su familia. «Siempre me dicen «Qué, ¿cuándo vas parando? Pero ya saben que no voy a parar», bromea. Y, aunque tenga tatuajes hasta en la cara, no le afecta en el trabajo. «A día de hoy yo creo que están completamente normalizados. Yo tengo suerte porque trabajo en una barbería y van con la estética. Pero aun así, yo creo que la inmensa mayoría de la gente ya no tiene problemas», opina.