Carmiña, «alcaldesa» de Ferrol a los cien años: «¡Cuánto tenéis que aprender de los viejos!»

FERROL CIUDAD









Carmen Filgueira fue operadora informática y presidió el pleno de mayores: «Hay que vivir el día a día»
03 oct 2024 . Actualizado a las 13:47 h.«¡Cuánto tenéis que aprender de los viejos!», sentenciaba Carmiña minutos después levantar la sesión. Sus cien abriles presidieron el pleno con la alcaldesa más veterana de Ferrol, una lección de vida que por un día desterró los, a menudo, estériles debates políticos locales. Experiencia y sabiduría derrocharon los veinte mayores que ejercieron de concejales en un pleno de mayores reivindicativo y para reflexionar. Lo encabezaba Carmen Filgueira Díaz, para todos Carmiña, una mujer moderna, locuaz y espontánea. «¡A ver cómo eres!», pedía al alcalde titular, que la acompañó en el estrado. «¡Qué guapo!», le espetaba sacando los colores a un José Manuel Rey Varela encantado de ceder el puesto. «A mí me gusta más escuchar que hablar, ¿eh?», le confesaba la centenaria al regidor. Pero ella también tiene mucho que contar.
Nacida en abril de 1924, hija de un «gran ebanista», asegura no guardar ningún secreto para haber logrado llegar al siglo de vida en plenas facultades. «Nada, una vida normal. Llegué hasta aquí sin saberlo», se resta importancia. Usa gafas y lee hasta la letra más pequeña. Y en la residencia Mi Casa acude a las actividades que organizan: memoria, gimnasia, manejo de móvil... «¿Pero usted tiene móvil?». «Sí, mujer», desarma con naturalidad a la sorprendida entrevistadora. «Llamo a mi hijo Javier, a mi hermana, a la gente corriente...», repasa. No en vano, la tecnología formó parte de su vida laboral. De joven «trabajé en lo que hoy es Navantia», cuenta. «Fui taquimecanógrafa, que fue de lo que entré. Después fui perforista. Teníamos que perforar unas tarjetas», aclara, que se utilizaban para comunicaciones. Porque «los ordenadores vinieron después. Yo tengo uno en casa, y tengo escritas muchas cosas», algunas expuestas en la residencia.
«Soy operadora de primera de informática», recuerda con orgullo. Es el título que consiguió en los astilleros hasta que esa «ley de Franco» que obligaba a las mujeres a abandonar su trabajo al contraer matrimonio truncó su trayectoria. Se casó con un hombre que trabajaba con ella, y que murió joven. «Todos los trabajos son dignos, pero algunos son mejores que otros. Y yo no dejé mi trabajo: me lo hicieron dejar», puntualiza. Come de todo, camina y disfruta de la vida: «Me encuentro sana». De momento van cien años y no se pone límites: «Eso no lo pienso, hasta que sea. Hay que vivir el día a día», aconseja. La alcaldesa dejaba el Concello satisfecha y «muy orgullosa de oír a la gente, que decía cosas muy sabias». Como ella.
«Nacín en Ferrol e quero poder camiñar na miña cidade»
El Concello organizó este singular pleno para celebrar el Día Internacional de las Personas Mayores. Y junto a Carmiña compartieron protagonismo otros veteranos de distintos centros y residencias de la ciudad. Gumersindo Álvarez, de 92 años, de Mi Casa, actuó como secretario, dando fe de la unanimidad en todas las votaciones. Otra nonagenaria, Aurora Ursúa, de 92 años, y usuaria de «ese pueblecito de más de 150 personas» que es la residencia de Caranza, abordó la cuestión de la soledad, demandando prevención: «El Ayuntamiento no puede mirar hacia otro lado cuando se sabe que hay tantas personas mayores que viven solas». Y aprovechaba para pedir para Reyes una marquesina que evite tener que dar rodeos sobre aceras destrozadas.
«Nuestra sabiduría a lo largo de estos años es un recurso muy valioso en lecciones de vida», argumentaba Isabel Méndez, en representación de los centros de día del Consorcio en Caranza y Esteiro. Andrés López, de la Universidad Sénior, defendió una batería de propuestas con talleres intergeneracionales, voluntariado sénior, mejoras de movilidad y accesibilidad o precios reducidos en actividades culturales y recreativas. «Eu nacín en Ferrol e quero poder camiñar na miña cidade», pero «o sistema de mobilidade non está pensado para vellos», resumía Xan Cornide, de Mi Casa, que concretó una de sus demandas: un acceso hacia la calle Alegre en la residencia. Y Manuel Martínez, de DomusVi Ferrol, y desde su silla de ruedas reclamó que las terrazas no impidan el paso y mayor control con el estacionamiento indebido en plazas reservadas. Rey Varela tomó nota: «Ser maior non é un problema, senón unha oportunidade», defendió.