Un colegio de Narón denunció la paliza a una niña de nueve años una hora después de verla magullada

FERROL CIUDAD

Con cuidado, como si de un juego se tratase, la profesora fue preguntando a la menor que terminó confesando que su madre le había pegado
30 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Era viernes por la mañana, el día 21, y una pequeña de 9 años llegaba a su colegio de Narón, pero no como cualquier otro día. Su profesora se percató de que tenía moratones en las piernas y al acercarse le vio la cara dañada, así como otras partes del cuerpo. Con cuidado, como si de un juego se tratase, fue preguntando a la menor que terminó confesando que su madre le había pegado con un cinturón la tarde anterior por sus malas notas.
La docente activó entonces un protocolo que fue especialmente ágil: la niña entró en clase sobre las nueve, pero a las diez y media ya estaba puesta la denuncia ante la Policía Nacional. La Unidad de Atención a la Familia y a la Mujer (UFAM) de la Comisaría de Ferrol-Narón se hizo cargo de la investigación de un caso de maltrato que pocas veces llega con tantas pruebas. La madre es joven, cuida sola a esta hija y a una hermana de cinco años, pero no se encuentra en un buen momento. De hecho, en su primera declaración en la comisaría reconoció que todo sucedió como contaba la pequeña: se vio desbordada por las noticias de los suspensos, vio un cinturón y pensó que golpear a la niña la haría recapacitar y estudiar más. Algo que había presenciado en su país de origen.
La denuncia se envió con toda la urgencia al juzgado de guardia que apenas una hora más tarde ya convocaba a la madre para que prestase declaración. Al tiempo se activaban muchos otros recursos, como los forenses del Instituto de Medicina Legal de Ferrol, que examinaron los golpes que presentaba la pequeña para determinar si eran compatibles con su relato de la paliza. Además, los servicios sociales abrieron un expediente para velar por el futuro de las dos niñas, incluso después de que se acabe el proceso judicial.
Entre tanto trajín la madre se vio completamente asustada, tanto que precisó ayuda médica, ya que llegó a sufrir una crisis de ansiedad antes de acudir al juzgado y la UFAM llamó a una ambulancia para que la atendiese. También la estaba asistiendo una abogada del turno de oficio que tratará de alegar la situación precaria en la que se encuentra: lejos de su país de origen y sola con las dos pequeñas a su cargo.

A salvo en menos de 12 horas
Todo indica que la paliza a la pequeña se produjo en torno a las siete de la tarde del jueves, pero antes de que terminase la mañana del viernes, la jueza del juzgado de guardia (Instrucción 2) acordaba una orden de protección para las dos niñas, algo que quiere decir que la madre no se puede ni comunicar ni aproximar a ellas hasta que no se celebre el juicio y después hasta que los servicios sociales determinen si puede quedarse con la custodia o en qué condiciones.
Ni verlas, ni llamarlas
El juzgado no solo adoptó esta orden de alejamiento, sino que localizó al familiar más cercano, una abuela, y comprobó que puede cuidarlas bien. El sistema fue capaz de ponerlas a salvo en menos de doce horas en gran medida por la implicación de la profesora, que atendió de cerca a menor. Al mediodía, ya estaban comiendo en casa de la abuela.
A la madre le quedan dos procesos paralelos: el judicial, el que se dirimirán las consecuencias de golpear a su hija de nueve años (y si hubo algún atenuante que se pueda aplicar) y el expediente de Servicios Sociales, en el que tendrá que demostrar si está capacitada para cuidar de sus hijas. Aunque no solo se topará con sanciones, el sistema también cuenta con apoyos para que pueda superar malas conductas y asumir la crianza de las pequeñas con todas las garantías.