Nunca en Soledad

Ana Martín García HISTORIADORA

FERROL CIUDAD

Virgen de La Soledad, en Ferrol
Virgen de La Soledad, en Ferrol

20 abr 2025 . Actualizado a las 11:35 h.

Es difícil encontrar palabras para dar vida a aquellos recuerdos de la infancia de mi padre que él narraba con tanta viveza, sin matizar carestías ni miedos pero donde siempre había luz. Nacido en el año 1929, el inicio de la Guerra Civil Española le pilló jugando a recoger los casquillos de los fusiles con los que desde los jardines de Capitanía General disparaban hacia el Arsenal. Un gritó sonó entonces desde el palacio militar: “¡Sacad de ahí a esos niños!”. Los cogieron y los encerraron.

Para ellos todo estaba siendo una divertida aventura. Pero en un instante Freducho escuchó la llorosa voz de su madre que llevaba horas buscándolo. Sólo entonces supo que algo malo sucedía. Luego, como monaguillo en la Orden Tercera, fue testigo de las sucesivas jornadas en las que Don Luisiño, “el santo”, veló al Santísimo, a los pies de la Soledad, rezando por el cese de los bombardeos.

Aquel clérigo ejemplar, que nunca se postuló por ningún bando, visitaba a los presos republicanos llevándoles bajo su sotana tabaco y cartas. Ellos le correspondían entonando la Salve Marinera. Los bombardeos cesaron y, como una muestra de agradecimiento, la Soledad fue entonces procesionada por todo el barrio en una comitiva popular tan numerosa... que cuando aquella imagen regresaba a su templo, todavía había fieles que estaban iniciando el recorrido.

Años más tarde, ya en la década de los 50, la Soledad volvió a salir a las calles de Ferrol, amparada por una cofradía, fundada por mi padre Alfredo Martín, que recogía el testigo de una tradición franciscana surgida en nuestra ciudad en el siglo XVIII.

Este pasado Viernes Santo en Ferrol, la lluvia impidió la salida de la Soledad por las calles. Pero sus devotos saben que sus plegarias son escuchadas cada día en el altar mayor de su casa, la Capilla de la Orden Tercera Franciscana, donde uno nunca se siente solo.