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El encuentro de David Monteagudo con el papa Francisco: «Los 30 segundos más bonitos de mi vida»

FERROL CIUDAD

El ferrolano David Monteagudo y su esposa con el papa Francisco.
CEDIDA

El ferrolano revive un acto en el que intercambió con el pontífice un solideo, parte del atuendo eclesiástico

23 abr 2025 . Actualizado a las 12:35 h.

En estos días el ferrolano David Monteagudo revive con emoción un instante que él mismo describe como «probablemente los 30 segundos más bonitos» de su vida: el encuentro que tuvo con el papa Francisco el 2 de septiembre de 2015, cuando pudo intercambiar con él un solideo papal. El solideo es un pequeño gorro de tela que forma parte del atuendo eclesiástico, utilizado tradicionalmente por los miembros del clero. El del papa, de color blanco, simboliza su autoridad como sumo pontífice.

Durante aquel emotivo encuentro, David recibió la bendición del papa Francisco sobre uno de estos solideos, cuya funda fue además firmada por el pontífice con su nombre oficial. David ha compartido este recuerdo y, además, el de que le entregó al papa dos cartas manuscritas. Estas cartas eran de dos personas que denunciaban abusos económicos y de poder cometidos por un arzobispo del sur de España. Afortunadamente, añade David, «aquel arzobispo fue destituido tiempo después».

A una década del encuentro, este gesto sencillo pero cargado de simbolismo sigue marcando profundamente la vida de David y de su esposa. Ambos, por unos segundos, sintieron en un encuentro mantenido en Roma con parejas recién casadas de todo el mundo, el peso y la gracia de una conexión única con el líder de la Iglesia católica.

Fue durante una de las tradicionales Audiencias Generales que se celebran cada miércoles en la Plaza de San Pedro —o en la Sala Pablo VI durante el invierno—, donde los papas acostumbran a saludar a fieles de todos los rincones del mundo. En estas audiencias, existe un espacio reservado para los «sposi novelli» (recién casados), quienes, vestidos de boda, reciben una bendición especial del papa.

Fue en ese contexto íntimo y solemne donde David y su esposa vivieron aquel inolvidable momento. Además, como parte de una costumbre muy conocida, David le ofreció al papa ese solideo comprado en Gammarelli —la histórica sastrería de los papas—, que Francisco aceptó, bendijo e intercambió por el suyo, en un gesto cargado de espiritualidad y cercanía.