Estos días vivimos actos interesantes y alguna visita importante. Pero, alejados (quizá) del clima electoral fueron un soplo de verdad y de solidario compromiso de colectivos sociales con un Ferrol que camina hacia su futuro con las alas de la esperanza desplegadas, empujadas por un viento favorable que trae oportunidades múltiples, que nos devolverán el desarrollo de sectores que llevan años instalados en la crisis, si, como parece, hay voluntad política, recursos y un gobierno estable decidido a gobernar. Y si superamos la nostalgia y el lamento que suelen acabar en resignación (en su acepción negativa), que es la peor de las respuestas que de una sociedad ante las crisis. Uno de esos actos fue la conferencia-informe del alcalde de Ferrol el pasado viernes. Me pareció que podía ser interesante conocer el «estado de la ciudad», sin elecciones a la vista. Me gustó el tono de las palabras y el lenguaje no verbal; la cordialidad, la serena llamada a buscar compañeros de viaje hacia el Ferrol que nos dibujó. Y su lealtad institucional tanto hacia la ministra de Defensa, cuyo trabajo por Ferrol y su presencia valoró y agradeció con respeto y sin asomo de irónicas alusiones a la errática posición del Gobierno sobre las inversiones militares. Y ni una descalificación de la oposición, al contrario: un deseo de que los proyectos importantes sean compartidos.
Pero, lo esencial: hay un ambicioso e ilusionante proyecto de ciudad; un compromiso de la Xunta, el Puerto y un alcalde que cree que se puede. Pero faltan otros impulsos, sociales y económicos. Y abandonar la militancia en la queja.