
El Pazo da Merced atesora este concepto de restauración pionero en Galicia
17 ago 2023 . Actualizado a las 04:14 h.Restaurante Igloo by PdM fue durante la pandemia una forma de disfrutar en grupo de una cena, cumpliendo con las restricciones y haciéndolo además con estilo y confort. Llevan tres años funcionando y Guillermo Alcalá, gestor del Pazo de la Merced, confirma que «no es una moda pasajera, ha llegado para quedarse». Y es que, aunque mantener las distancias ya no sea un aliciente para cenar en la intimidad de un iglú, las vistas y la particularidad de la experiencia no pierden su atractivo
Sobre todo en verano, la demanda se hace notar día a día, tanto derivada de la propia actividad del hotel, como de clientes locales que reservan para celebrar eventos especiales: «Hasta pedidas de mano. Hemos visto de todo», relata Guillermo.
Así como hay variedad de ocasiones, también son variadas las estampas que pueden contemplarse desde los iglús. Mirar al cielo nocturno o un atardecer junto al agua mientras se cena pueden ser las primeras imágenes que se le vengan a uno a la mente, pero las particularidades de estos habitáculos posibilitan también otro tipo de veladas igualmente espectaculares: «Hay quien reserva cuando va a llover, para disfrutar de una cena bajo la llovizna», indica Guillemo, que añade que en esas ocasiones se protege al empleado y a los platos en su trayecto al iglú. .
La comida se prepara de hecho allí al lado, en un foodtruck; el menú es estacional, alternando entre platos primaverales y veraniegos. Por otra parte, se sirven también elaboraciones complejas de continuidad.
Desde la gestión del hotel comentan que este concepto de restauración no solo funciona entre los clientes, marca también tendencia entre otros hosteleros: «Llama la atención porque se ponen en contacto con nosotros de otras partes de España, para preguntar de cara a incorporar los iglús en sus propios negocios».
Mantenimiento
Guillermo asemeja el mantenimiento de estas instalaciones a las de un invernadero: resalta únicamente que las cubiertas de PVC deben cambiarse cada dos años, pero que por lo demás su cuidado es del todo viable.
Cenar en estos iglús es posible durante siete meses al año, desde finales de primavera a principios de otoño. Inicialmente permanecían abiertos en invierno: «Lo descartamos porque el servicio era complicado, por el clima. Los iglús están acondicionados, pero el camarero se tiene que mover igualmente por el exterior, y la lluvia de invierno no es la de verano», señala Guillermo.
Este año, el rincón de los iglús funcionará hasta el 30 de octubre, y dada la afluencia de clientes, la antelación sugerida para realizar una reserva es de entre unos días y una semana antes de la fecha deseada para la cena.