Ale de Paz, oro de Europa de fútbol sala con España: «Ya sé lo que es vivir de esto y ganarlo todo»

Elba de la Barrera Agulló
Elba de la Barrera FERROL / LA VOZ

NEDA

Caricatura de Ale de Paz.
Caricatura de Ale de Paz. ABRALDES

La nedense, que empezó a jugar en la calle de niña y se centra ahora en disfrutar en el Poio Pescamar, aspira a levantar el Mundial del 2025

30 sep 2024 . Actualizado a las 10:21 h.

Alejandra de Paz (Neda, 1995), que milita actualmente en el Poio Pescamar de Primera División, empezó a jugar al fútbol prácticamente a la par que aprendía a andar. Toda una vida y dos ligas, tres Copas de la Reina, dos Supercopas de España o dos Eurocopas con la selección española lucen en un palmarés en el que muy pronto podría figurar también el título del primer Mundial femenino de la historia del fútbol sala. Una cita que se disputará en Filipinas en el 2025.

—¿Cuál es su primer recuerdo con una pelota?

—En la calle y siempre con un balón. Con mis amigos y mi hermana jugando en el campo donde entrenaba el Neda, nos pasamos allí horas. Luego ya más mayor, en el instituto, ya me fui a A Fervenza y Valdetires.

—¿Cuándo es consciente de que puede vivir de esto?

—Había una especie de Mundialito de selecciones, que no era oficial, y la selección iba a Sudamérica y yo pensaba: ‘Si pudiera jugar en la selección y me viera el mundo'. De fútbol sala era muy difícil... yo no tenía referentes. Era conocido Adri de O Parrulo, que ahora está Vilalba, cuando estaba en el Pozo Murcia. Mis referentes eran mis compañeras, que eran más mayores que yo.

—¿Qué objetivos se marca para este curso?

—En el Poio, el estar bien con el equipo, que es la base para que se puedan fijar en ti y llevarte a la selección. Espero dar mi mejor versión y ayudar a las nuevas a que entiendan lo que Luis pide. El míster es muy currante y da mucha información.

—Pero el Mundial femenino es una hito para no perderse...

—Saben muy bien en la selección si estás bien o no. Estar es un privilegio y un regalo y hay que currar mucho en tu club para tener esa recompensa.

— ¿Irá a por el título si hay premio?

—El objetivo es clarísimo, que es el Mundial. No podemos soñar con ganarlo sin antes clasificarnos. Así que vamos a por eso.

—Cita histórica para el fútbol sala femenino...

—Ya lo hemos demostrado con tres europeos y el Mundial es una noticia a valorar mucho, tanto si estás en la selección como si no. Las propias jugadoras somos las que tenemos que darle bombo y necesitamos el apoyo que nos merecemos. No puede ser que los chicos por ser chicos lo tengan en bandeja y nosotras aún demostrándolo no llega.

—¿Es la selección de fútbol once un espejo en el que mirarse?

—Las comparaciones son odiosas, pero sí. Nos fijamos un poco en ellas que tuvieron que ser campeonas del mundo. Si no hubieran ganado el Mundial, ¿Qué? Nosotras estamos muy por detrás en todos los sentidos. Por el deporte que practicamos y por ser chicas porque el fútbol sala está muy por detrás del fútbol y eso es así.

—Valora mucho el poder vivir de esto...

—Sin duda. Tuvimos una visita a un colegio y justo se lo decía, que nuestra afición de cuando éramos niñas es un sueño que se acabó convirtiendo en un trabajo y que te levantas por la mañana y no te cuesta ir a trabajar porque es lo que te gusta.

—Pero estudió usted integración social, ¿Por qué?

—Me gusta mucho ayudar. Creo que soy bastante empática y lo social me tiraba bastante. Me decanté por eso. Tampoco era yo muy buena estudiante, la verdad [ríe]. No ejercí nunca y ahora estoy en una rama completamente distinta como es la nutrición.

—¿Para seguir vinculada al fútbol sala cuando toque colgar las botas?

—La verdad es que sí. No sé el rol pero en Poio el año pasado ya llevaba varios equipos y me gusta, aunque, a veces me saquen de mis casillas [ríe ], me veo en un banquillo y de cuanto más nivel mejor, creo.

—¿Por qué apostó por Galicia?

—No es que yo sea muy casera porque esto es casa sí, pero no mucho. Las mejores condiciones estaban en Galicia, que se apuesta mucho por el fútbol sala. Mi primer contrato profesional fue en Burela y cuando recibí la llamada me quedé flipando y las condiciones que me daban eran un sueño.

—¿Se queda con esa etapa en el Burela?

—Es club muy completo en el que las jugadoras son lo más importante, con todos los servicios. Cogí el tren cuando lo tenía que coger y daba igual no tener minutos. Quería vivir la experiencia de ser profesional con unas jugadoras top, de lo mejor del mundo.

—El que no arriesga no gana...

—Te puede salir bien o mal. Soy mucho de sensaciones. Ahora ya sé lo que es vivir de esto y ganarlo todo y lo importante en un sitio es estar bien y disfrutar.

—¿Regresó por eso a Poio?

—No me fui porque estuviera mal, sino para dar un salto de calidad y creo que me salió diez de diez. Soy una jugadora completamente formada y madura, en comparación con la niña que era, y ya tengo las experiencias en la mochila. Poio me gusta y creo que puedo ayudar al club a que siga creciendo.

en corto

«Desde hace ocho años no como carne»

 
 
 
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Pero hay vida más allá de la cancha y Ale de Paz se confiesa amante de las series y también de la cocina.

—Su localidad natal le puso su nombre a un pabellón, ¿qué supuso para usted?

—Mis vecinos me siguen y están muy pendientes. Es muy satisfactorio y, sobre todo, en las niñas que quieren ser como tú y llevan tu camiseta.

—¿Tiene alguna manía?

—No. No soy supersticiosa aunque sí tengo dos rituales. Entro con el pie derecho a la pista y cuando entro en el vestuario la camiseta la cuelgo.

—¿Alguna canción para motivarse antes de jugar?

—Sigo un poco por la moda y la capi es la que pone la música en el vestuario y con ella para adelante. No tengo una en concreto que diga ‘pónmela ya'.

—Una serie o una peli...

—De películas In Time y de series me encantó Cómo defender a un asesino. Pero hay muchas, que de Netflix me las he visto todas.

—¿Se maneja en la cocina?

—No es por tirarme flores pero se me da bien, la verdad. Sigo muchas cuentas de recetas y de comida de verdad.

—¿Qué le sale mejor?

—Depende de la época del año pero diría la musaka porque además no como carne.

—¿De ahí su interés por la dietética?

—Sí, sí. Hay mucho falso mito e incluso mis padres me preguntan mucho. Desde hace ocho años no como carne. Pescado y marisco sí, mucho [ríe ].

—¿Un referente para usted?

—Carolina Marín. Es una tía increíble y admiro a Ana Peleteiro, que acaba de ser madre y competir en unos Juegos.