
Los visitantes piden mejor señalización y que se habilite un aparcamiento
05 jul 2015 . Actualizado a las 05:00 h.Lucas, madrileño, lo tiene claro: «Al banco hay que venir andando o en bicicleta. Así ganamos todos, más saludable y menos contaminante». A los visitantes de la costa ortegana de Loiba les fascina el paisaje, los acantilados, la singular arquitectura de las rocas, las vistas (del cabo Ortegal a la punta de Estaca de Bares), las playas salvajes... Y parecen dispuestos a sacrificarse caminando unos metros y gozando de la ruta por el litoral para «conocer, por fin», como les ocurrió ayer a María, ovetense, y a sus amigos, «el mejor banco del mundo». El que colocó el Concello de Ortigueira en Furnas hace unos ocho años, a sugerencia de Rafael Prieto, y que se ha convertido en un reclamo turístico extraordinario.
«Es de sentido común que no se deje venir con los coches hasta aquí», opinan Blanca, canaria; Esther, abulense de Arenas de San Pedro; Carmen, riojana; y Pilar, de Xuvia. «Las he traído a conocer la zona», cuenta la anfitriona, naronesa, profesora y residente en Madrid, como sus tres amigas. La experiencia «es genial», pero creen que «debería estar mejor indicado y podría habilitarse un campo para aparcar». Muchos reclaman un área para estacionar y una señalización más clara, tras recalar en las callejas de la aldea de O Picón. «Veñen máis por aquí que pola carretera», asegura uno de los seis vecinos que viven aquí todo el año, algo reacio a «tanta fama e tanta xente, cando o sitio sempre estivo aquí». «A min gústame que veñan, traen negocio para a hostalería», sostiene un residente ocasional, partidario de conjugar «o beneficio co menor prexuízo posible» al entorno.
Con ese objetivo, de preservar el medio ambiente, el nuevo alcalde de Ortigueira, el socialista Juan Penabad Muras, anunció hace unos días su intención de regular el acceso y el estacionamiento en la zona. Dos familias de Camponaraya, en El Bierzo, están de acuerdo: «Vimos el banco por la tele, es impresionante, espectacular... Y hemos venido a pie. El tráfico tiene que estar restringido». «El paseo es muy agradable», refuerza Marián, chiclanera, de ruta por el Cantábrico con Quique, de Moaña. La pareja ha contado con un guía de excepción, Antonio Caínzos, fontanero y percebeiro, «en complot con Rafa (Prieto)» para promocionar la zona. «Vén xente todo o ano, estranxeiros... Os sábados e os domingos é unha invasión. Son moi falador, pregúntanme e eu explícolles. Este (el lugar del banco) era o noso mirador, ás seis da mañá, para ver se o mar val para o percebe», explica. Da ejemplo, siempre caminando. Y aclara que «a pedra Gaivoteira (al oeste del banco) non é a Pena Furada», como confunden algunos.