Pontedeume dice adiós a Manuel Molares do Val, un eumés que trabajó por medio mundo
PONTEDEUME

Dejó la Marina Mercante para hacerse periodista y desarrolló buena parte de su carrera en la agencia Efe
14 sep 2022 . Actualizado a las 18:16 h.Cada vez que llegaba a Pontedeume (y lo hacía con frecuencia más aún desde que se jubiló), Manuel Molares do Val se iba a tomar «el pulpo, un vinito, unas parrochitas...». Nació en Vigo, pero poco después su familia se mudó a Pontedeume, donde se estableció (abrieron la primera droguería de la localidad). «Lo de Vigo fue visto y no visto, se crio aquí, siempre ha sido eumés, toda la vida. De niño deambulaba por las calles hablando con los marineros [uno le salvó la vida cuando estaba a punto de ahogarse], siempre ha tenido esa conexión con la gente del pueblo, ya de niño era muy sociable, con mucha capacidad de comunicación», cuenta su hermano Alberto, que nació en Pontedeume, igual que los otros tres.
Manuel falleció el martes en Madrid. Tenía 79 años. «Ha vivido muchísimo, experiencias muy intensas», resume Alberto. Primero en la Marina Mercante, como jefe de máquinas, y después como periodista. La agencia Efe fue su casa durante años. «Estuvo de corresponsal en México y en Bélgica, abrió y fue el jefe de la primera delegación de la agencia en Pekín, al poco de la muerte de Mao Tse-Tung, estuvo de delegado de Efe en California... Después fue redactor jefe y subdirector de la agencia en Madrid, dirigió un tiempo Efe Televisión y fue incluso formador de la hoy reina Letizia, en sus inicios», repasa su hermano. Cubrió conflictos como la invasión de China a Vietnam, donde sufrió un accidente grave: «El disparo de un francotirador, él decía que era una mujer, alcanzó al conductor del Jeep en el que viajaba y se fue por un barranco. Ahí se le rompió el cuerpo, le atendieron en un hospitalillo de campaña y le quedaron secuelas para siempre». Las limitaciones físicas no minaron su espíritu aventurero ni frenaron su trayectoria.
Sus artículos (el último, de hace unos días) se han publicado en una veintena de periódicos de toda España. «Siempre le gustó escribir... tenía una magnífica memoria, podría contar mucho sobre el Pontedeume de la época franquista», apunta Alberto, que pasó con él 11 meses en Pekín, «el equivalente a ocho años de vida». Estudió en el colegio Luis Vives y guardaba «grandes recuerdos» del centro y del profesorado. Manuel contagió su amor por Pontedeume a su hija, su yerno y sus dos nietos. «Era un hombre con una conversación muy interesante... le vamos a echar mucho de menos», concluye su hermano, conmovido por la pérdida.