Un taller de coches que no cierra por jubilación gracias a Marcos y a Javier
PONTEDEUME
Dos hermanos de Monfero compran Cazón, en Pontedeume
19 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Los hermanos Javier y Marcos González Martínez han encontrado una pepita de oro. Así se refieren al chapista que han conseguido contratar para incorporar al taller de reparación de coches que acaban de comprar en Pontedeume. Porque «mecánicos no hay, pero encontrar chapista o pintor es como toparte con una pepita de oro», afirma divertido Marcos, el hermano mayor, para referirse a la escasez de profesionales en el negocio de la reparación de vehículos.
A sus 42 años, y junto a Javier, de 41, Marcos se ha liado la manta a la cabeza. Ambos han dejado el trabajo en el que llevan media vida, en el concesionario Louzao de Mercedes cercano a Betanzos, para convertirse en los dueños y señores de su propia empresa. Se llama Talleres MJ (Marcos y Javier) Eume y es suyo desde el 2 de enero. Estos profesionales del mundo del motor nacidos en Monfero encontraron la oportunidad de oro cuando el dueño de Talleres Cazón, en Campolongo (Pontedeume), se jubiló. Para evitar el cierre, les ofreció venderles la licencia y las instalaciones, y no lo dudaron. «Lo compramos poco a poco, ahora nos queda ganar credibilidad y continuar con la clientela», explica Marcos, que en la actualidad está de baja médica en Louzao, pero en cuanto se recupere, dejará ese trabajo para concentrarse en su propio negocio.
«No buscábamos, pero apareció esta oportunidad, era el sitio y el momento adecuados, era lo que queríamos porque está en nuestra zona y conocemos a la gente», añade Marcos.
Trabajo no parece faltarles, pues el taller está lleno de coches. Marcos es mecánico y Javier, chapista y pintor. Con ellos está Diego, uno de los hijos de Cazón que ya trabajaba con su padre, pero que no se atrevió a asumir las responsabilidades del negocio él solo. Diego tiene un hermano que también estaba en la empresa familiar, pero se lesionó y tuvo que dejarlo. Ahora, sus jefes son los hermanos González Martínez.
Dos nuevas incorporaciones
Marcos y Javier llegan con ganas al mundo emprendedor. Para empezar, ya han contratado a un mecánico y a un chapista, que se incorporarán en febrero. Javier reconoce: «Fue difícil encontrarlos, pero la clave fue ofrecerles jornadas flexibles, continuas, es lo que está buscando la gente», más que sueldos más altos. Marcos corrobora que «lo importante es darles flexibilidad horaria, por ejemplo, Diego viene de siete a dos y luego algunas tardes dos horas y media, con que avise con antelación para programar el trabajo es suficiente». El chapista nuevo ha pedido trabajar de siete a tres y así hará.
Las nuevas incorporaciones permitirán al taller de Campolongo recuperar los trabajos de chapa y pintura que Cazón dejó de prestar, con los que ofrecerán a sus clientes un servicio completo junto a mecánica y electricidad. No hay muchos talleres que ofrezcan el kit completo precisamente por la falta de profesionales cualificados, reconocen los hermanos González.
«Ahora vas al ciclo formativo y ves a seis o siete chavales, cuando íbamos nosotros éramos dos clases de cuarenta personas», recuerda Marcos. «Las nuevas generaciones piensan que esto no es un buen trabajo, hay que echarle horas y paciencia infinita», reconoce.
La continuidad de Talleres Cazón casi es un milagro dentro de un sector que está viendo día sí, día no el cierre de negocios por la falta de relevo generacional cuando el propietario se jubila.
En Campolongo se concentran varios talleres de reparación y un establecimiento especializado en neumáticos. En uno de esos negocios explican los problemas que tienen para cubrir puestos: no hay especialistas. Y los que hay, se los rifan los negocios: «Esto es como el fútbol. ¿Cuánto ganas? ¿1.500? Si te vienes, te pago 1.800» cuentan en el sector para explicar el robo de talentos entre los grandes talleres.
El mercado de fichajes
Javier y Marcos no tienen miedo a ese mercado de fichajes y a que los dos trabajadores que se incorporarán en febrero se vayan para otro sitio: «Creo en la palabra de la gente, si dicen que vienen, vienen», zanja Marcos.
Eugenio Rodríguez, de Talleres Geno, en Catabois: «A ver si esto no se convierte en un almacén de patatas»
Lo que ocurre en los talleres corre como la pólvora entre los profesionales del gremio y el caso de Talleres Cazón es objeto de envidia sana por parte de unos cuantos negocios, en concreto, de Ferrol. Sobre todo de aquellos que están bajo la amenaza de cierre ante la inminente jubilación del propietario. En la zona de Catabois, Santa Mariña y Leixa hay en la actualidad al menos tres establecimientos que se encuentran en ese caso. Sus dueños tratan de garantizar la continuidad de sus negocios buscando compradores. Pero la cosa no es fácil. «Cazón tuvo suerte», reflexiona uno de ellos.
Los talleres que afrontan ese dilema son, entre ellos, Juan Ramón, Ferrol Motor y Galdo. Detrás de este último establecimiento se encuentra Eugenio Rodríguez Mosquera, Galdo: «El 2 de mayo hago los años» para la jubilación, avanza, mientras, rodeado de coches a la espera de ser reparados, advierte: «Lo siento, pero tengo ahora un lío tremendo».
Galdo lleva 43 años cotizados a la Seguridad Social. Los 25 últimos al frente de su propio taller de reparación de vehículos, en la carretera de Catabois. «Si traes un comprador, mejor», dice con ironía mientras anda de un lado para otro en el taller para avanzar en el trabajo.
Reconoce, entre tarea y tarea, que quiere vender y que está en conversaciones para ello, «pero está muy difícil tal y cómo está la situación». ¿La dificultad? «El problema es que el banco preste el dinero», aclara.
En Talleres Geno está el propietario y un empleado más. «A ver si hay suerte y esto no se convierte en un almacén de patatas», desea.