El Rosalía, un club de fútbol multicultural en Vilaboa, una aldea de Valdoviño de 200 vecinos

ANA F. CUBA VALDOVIÑO / LA VOZ

VALDOVIÑO

Jugadores y entrenador (derecha), en el descanso de uno de los partidos de esta temporada
Jugadores y entrenador (derecha), en el descanso de uno de los partidos de esta temporada JOSE PARDO

Jugadores de Senegal, Uruguay o Colombia nutren este equipo de Valdoviño que nació en los 40 en las ligas pirata y ahora compite en Segunda Regional

01 feb 2022 . Actualizado a las 13:35 h.

Casi todos los caminos conducen a Vilaboa, una parroquia del municipio de Valdoviño de apenas 200 habitantes con club de fútbol, cooperativa y discoteca, La Maravilla. A Amady Ba, senegalés de 31 años, le tocó un itinerario de riesgo. Nació en Louga, una ciudad del noroeste del país, y en el 2018 se subió a una patera que recaló en Tarifa. «No es fácil, me encontré muchas cosas malas por el camino, tuve que dormir en el bosque, con lluvia y frío...», relata desde O Inferniño, el barrio ferrolano donde acabó, porque allí vivía su primo. Trabaja repartiendo comida a domicilio, su pasión es el fútbol, desde niño, y dice que su juego se parece al de N'Golo Kanté, el francés de origen maliense del Chelsea.

A Vilaboa, Amady Ba llegó de la mano de su amigo Alberto Pantín, segundo entrenador del Rosalía, el equipo local. Igual que Bamba, que se crió en Saint Louis, junto a la desembocadura del río Senegal. «Salí para buscarme la vida». Emigró a Italia y hace cuatro años y medio viajó a Narón, donde ya residía uno de sus hermanos. «Ahora tengo papeles y estoy montando andamios, quiero mejorar», comenta. «El fútbol es mi deporte desde pequeño, quería ser profesional... a veces se consigue y a veces no». Se declara culé, idolatra a Iniesta y a Ronaldinho, y cuenta entre risas que Amady, madridista, no deja de «chincharle».

Un golpe en el tobillo ha dejado a Bamba fuera de alguna convocatoria en el campo O Lameiro, en Vilaboa, rebautizado en septiembre como Juan Sabín, secretario de la entidad durante 25 años. El entrenador, Iván Fernández, ferrolano de 47 años, atribuye la mala racha de buena parte de esta temporada a las lesiones. «A mí lo que me atrajo del Rosalía fue que es un club de aldea, muy familiar, no como otros», confiesa. «A maioría dos xogadores son de fóra. Federado está desde 1984, pero xa levaba 40 ou 50 anos nas ligas pirata da zona», repasa José Ameneiros, secretario del club y de la cooperativa que lo patrocina, junto a los 52 anunciantes que aparecen en el campo, entre los que figura hasta una tienda erótica, Punto G.

En la plantilla hay cuatro senegaleses, un uruguayo y un colombiano, y en otras temporadas contaron con un gambiano y dos marroquíes. «Es complicado, cuando les doy charlas sé que dos de los senegaleses no entienden nada», reconoce el técnico. Para desplazarse a entrenar o a jugar dependen de otros compañeros, los adiestradores o los directivos, «la familia del Rosalía», como la define Amady, agradecido.

La plantilla del Rosalía, posando en el césped.
La plantilla del Rosalía, posando en el césped. JOSE PARDO

«Son boa xente, alegres e intégranse moi ben», elogia uno de los futbolistas locales

Carlos Sabín y su hermano gemelo, Alberto, de 37 años, son dos de los tres futbolistas del CD Rosalía nacidos en Vilaboa. Trabaja en Navantia, si un sábado está fuera, el domingo vuela temprano para poder jugar. «Para nós é importante, polo deporte, e polo noso pai [Juan, que falleció en 2020], que sempre intentou botar unha man, no traballo administrativo ou cortando a herba», subraya. De sus compañeros foráneos destaca que «son boa xente, alegres e intégranse moi ben».

A Carlos le gusta, sobre todo, el fútbol aficionado, por el juego «e por facer amigos, coñecer xente... ata pode abrirche portas». Alberto Pantín, el segundo entrenador, sabe de compañerismo y de amistad con inmigrantes ilegales: «Les ayudo en lo que puedo, les doy botas, espinilleras... y el club les da el chándal y la mochila. Los traigo conmigo a entrenar, y para el año vendrán dos senegaleses más, que ahora están en situación irregular en Ferrol y no pueden federarse».

Pantín denuncia que la Federación Gallega de Fútbol exige a los chavales permisos de residencia y trabajo. «Noutras federacións, como a andaluza, só lles piden estar empadroados», apunta el secretario del Rosalía. «Aquí no, y mi queja no es solo por la categoría modesta, hay niños escolarizados y con cartilla sanitaria a los que tampoco dejan jugar», critica Pantín, ejemplo de compromiso, igual que Iván Fernández y la directiva del club.