El turismo rural en agosto en Ferrolterra: «Llama gente desesperada que no encuentra dónde dormir»
VALDOVIÑO
Julio se quedó por debajo de las expectativas del sector, que este mes sí se cumplen
17 ago 2023 . Actualizado a las 04:14 h.Julio no acabó de cumplir las expectativas del turismo rural de Ferrolterra, Eume y Ortegal, pero agosto sí. «El mes pasado fue peor que en 2022, y este está siendo mejor, con llamadas que no puedes atender, con gente desesperada que no encuentra dónde dormir porque no ha planificado nada», explica Alberto Molares, al frente de la Casa do Castelo de Andrade (Pontedeume). Madrid se reafirma como «el gran motor, el mayoritario» para este sector, dependiente de la meteorología y de la microeconomía. «El clima es un atractivo, parece que el norte va a tener una explosión turística, e incluso podría haber trasvase del sur al norte de Galicia», pronostica.
José Picallo, de A Casa do Morcego, en Vilarrube (Valdoviño), coincide en que julio «foi regular os primeiros oito días», tras un mes de junio de intensa actividad por la presencia de turistas extranjeros. «Agosto, ben, con altos e baixos, e moitas estancias dun só día, que van chamando para esa mesma noite ou para a seguinte, sen programar nada antes. Outra cousa que notamos este ano é que hai xente que non pide almorzo», apunta. Conclusión: «Este é un sector imprevisible, moi condicionado pola situación económica e polos cambios sociais». Este establecimiento de O Porto do Cabo prevé seguir lleno al menos hasta el último fin de semana de agosto.
Picallo destaca la presencia de alemanes, holandeses, belgas o franceses y, en el apartado nacional, el predominio de Madrid y la llegada de huéspedes de Murcia, hartos de soportar los termómetros por encima de los 40 grados y, al mismo tiempo, algo quejosos por cómo refresca de noche.
En el hotel A Miranda, en Feás (Cariño), también reciben a alemanes, belgas o italianos, viajeros que suelen concentrarse en los meses de mayo y junio pero que este año también han elegido agosto. El alojamiento lleva semanas «a tope», con clientes ansiosos de lluvia. «Antes me ponía nerviosa cuando se nublaba», comenta la propietaria, Marisa Cabanas. Pero ahora el clima se está convirtiendo en una baza frente a otros destinos clásicos.
Esta empresaria constata un incremento del turismo exterior, frente a un descanso de la movilidad interna: «Quizá en España, como cada vez hay más desigualdad, gente con mucho dinero o con poco dinero, en estos hoteles pequeños que hemos tenido que actualizar los precios por la inflación y la subida de las hipotecas, la clase media que antes venía ahora tiene dificultades». Los huéspedes de otros países suelen quedarse más días. Nacionales o extranjeros buscan tranquilidad y agradecen la experiencia, «muy relajante», y el trato: «Acabas siendo la guía turística que les organiza los días aquí, qué ver, dónde comer o dónde cenar».
La ocupación también es elevada en la casa rural O Vilar, en Mera de Arriba (Ortigueira), con nuevos dueños, Reinaldo Rodríguez y Olga Ruiz, pese a su inexperiencia, dicen, y en parte gracias al aval de veinte años de gestión por parte de Manuel Guerrero. Rodríguez vaticina «una migración del eje turístico de España de la zona sur al norte».
En Monfero, Ana González, que regenta desde 2017 Casa Lourán, el negocio que abrió su madre hace 22 años, se muestra cauta acerca de la temporada: «Vexo un pouquiño de baixón respecto aos anos pospandemia, con cancelacións de última hora que vas enchendo, pero con menos chamadas». Sí corrobora que « ou saba... busca descansar, que é o que se ofrece aquí».