Mercedes Varela, Premio 8M de Valdoviño: «Hemos mejorado, pero tenemos que seguir luchando por la igualdad, unidas»
VALDOVIÑO

Esta maestra jubilada de Vilarrube inició su carrera en Infantil y la culminó formando a mujeres en riesgo de exclusión social
22 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.A Mercedes Varela Díaz le gusta poco hablar de sí misma. «No tengo ningún mérito y no merezco ningún reconocimiento», repite, aún algo abrumada por la decisión del Concello de Valdoviño de otorgarle el Premio 8M de este año. Nació en Freixeiro, en Vilarrube, y con nueve años, sus padres, agricultores, la enviaron a Ferrol. «Querían que estudiara. Mi madre no pudo hacer Magisterio porque tenía que irse a Asturias y no se podía», cuenta.
Aquella niña que se había criado en el campo llegó a la ciudad, un lugar extraño, igual que el idioma o la casa donde se hospedó, con dos hermanas solteras con costumbres de «la alta sociedad de la época». «En la Compañía de María se reían de mí porque hablaba gallego», recuerda. Hace mucho tiempo que superó el trauma que le provocó aquel cambio tan radical. Y se hizo maestra, el sueño de su madre y su vocación. «Trabajé en las Sindicales de Catabois, en Educación Infantil, un colegio concertado, promovido por la Iglesia, que cerró en el 2000. Con los niños fui muy feliz, me gustaban mucho. Era un barrio con mucha problemática, con familias desestructuradas, y lo prioritario era atender a los niños (darles el desayuno, muchas veces) y a sus familias», relata.
Después de veinte años entre menores se incorporó a un programa de educación de adultos dirigido a mujeres, en Narón. «Muchas tenían problemas de distinto tipo, desde soledad a maltrato, había alumnas de etnia gitana, inmigrantes... el fin era que se sintieran arropadas y a la vez formarse. Alguna, con 60 y 70 años, no había podido ir a la escuela. Lo que me motivaba era ver el esfuerzo de esa gente por superar sus problemas. Fue una experiencia muy enriquecedora [...]. Cuando ves que una mujer o una familia con dificultades socioeconómicas sale adelante, la satisfacción es increíble», subraya. Tras una vida entera en Ferrol, en los últimos años de su carrera como docente regresó a Vilarrube, para cuidar a sus padres y a su tía. «Iba y venía cada día a Narón [...]. Ahí me di cuenta de la pena de mi madre por haber tenido que estar separada de mí desde tan pequeña», confiesa.
En ese tiempo se implicó en la Asociación de Veciños de Vilarrube, que presidió durante 12 años y con la que sigue colaborando. «Fue muy positivo, la idea era luchar por unas mejoras, para que la gente tuviera un sitio donde reunirse, realizar actividades, poder hablar unos con otros», señala. Acabó algo cansada, y ahora dedica día y medio a la semana al Centro de Recursos Solidarios de Narón y acude a sesiones de musicoterapia en Pantín.
En cuanto al 8M y al galardón que recibirá este domingo en Valdoviño apunta: «Hemos mejorado mucho, pero hay que seguir luchando por la igualdad, unidas (solas no conseguimos tanto). En eso estoy muy implicada (colaboro y estuve en la Marcha Mundial de las Mujeres), todavía existe violencia y todavía las mujeres cargan con el trabajo de la dependencia, los niños, la casa y su actividad profesional... hay que compartirlo todo. Falla la educación en casa y en los centros educativos, y se perpetúan los roles».