La colección de jugadas y goles extraordinarios que acumula Messi se ha convertido en parte de nuestro paisaje cotidiano. Su excelencia ha llegado a tal punto que ya solo se debate si acabará siendo o no el futbolista más grande de todos los tiempos.
Quien quiera encontrar peros a la carrera del argentino deberá centrarse casi exclusivamente en que a diferencia de Maradona todavía no ha conquistado ninguna Copa del Mundo. Cierto. En cuanto a Mundiales absolutos, Leo Messi ha conseguido los mismos títulos que Julio Salinas. Cero. También se le puede achacar que carece del carisma y de la capacidad de liderazgo que le llevó al Pelusa a convertir en grupos ganadores a equipos que estaban repletos de jugadores de medio pelo.
Pero todos los análisis negativos que se puedan hacer sobre él saltan hechos pedazos cada vez que dribla futbolistas, inventa asistencias, ningunea a los porteros y nos enseña que un balón, que una simple pelota, puede ser una caja llena de prodigios.
Por si no bastara con sus propias capacidades, Messi (que solo tiene 24 años) ha tenido la fortuna de coincidir en el tiempo y en el mismo equipo con Xavi, Iniesta, Piqué, Busquets, Fábregas y compañía. Leo no es la pieza esencial que explica el juego del Barça. En este sentido es Xavi el futbolista-idea. Pero Messi ha sido el principal culpable de que una idea maravillosa del juego se haya convertido también en una máquina de ganar.
Y gracias a las victorias, la idea pervive y es admirada.