Cuatro historias reales que ponen rostros a la crisis económica
15 ene 2012 . Actualizado a las 06:00 h.La crisis económica es como un poliedro con tantas caras como afectados. Estas cuatro historias tienen que ver con un parado que está a punto del desahucio, un hostelero que tuvo que ceder su negocio, un joven sin paro ni trabajo y un comerciante que arrastra clientes morosos.
Parado con hijos y apercibido de embargo
«Soy un pringao». Luis Miguel Pérez Pena (33 años) está casado y tiene dos hijas de 15 y 2 años. Vive en Moaña y se encuentra en una situación laboral muy precaria, porque está en el paro desde noviembre y se le acabará en el mes de junio. «Estoy cobrando 900 euros al mes, pero con ese dinero tengo que mantener a toda la familia, pagar la hipoteca del piso y dos créditos. En la práctica solo me alcanza para comer o bien para ir saldando los compromisos de los préstamos cada mes. Es decir, estoy entre la espada y la pared», manifiesta.
Al preguntarle cómo llegó a esta situación, lo explica como el vivo ejemplo de lo que le pasó a muchas familias de nuestro país: «Cuando trabajaba mi esposa de cocinera y yo de gruista en el puerto de Vigo, en el sector del metal, ganábamos entre los dos algo más de 2.500 euros al mes, por lo que decidimos comprar un piso y un coche. La hipoteca del piso es de 540 euros al mes, además de dos préstamos (uno de 300 euros por un vehículo y otro de 180). Pero aún nos quedaba suficiente dinero para llegar a final de mes, sin tirar cohetes, pero bien. Teníamos que ahorrar para poder disponer de un piso propio de cara al futuro y tener otras pequeñas comodidades. Sin embargo, estalló la crisis, mi mujer perdió el trabajo y a mí también acabaron por echarme a la calle. Así fue como terminé siendo un pringao».
En este momento aún le restan cinco años para pagar el coche y tres del otro préstamo, mientras que de la hipoteca ya debe dos mensualidades, por lo que decidió hablar con el director del banco en cuestión para buscar un fórmula que le permitiese salvar la situación, pero señala que solo accedió a una refinanciación de la deuda, lo que le resultaba incluso más gravosa. A finales de este mes tendrá otro recibo impagado y todas las papeletas para el desahucio.
Un hostelero que vendió su parte a un socio
«Estoy buscando trabajo». Xurxo Gontá (31 años) tenía una cafetería en el Casco Vello y se vio obligado a venderle su parte a un socio, porque el negocio no daba para más. «Entre la crisis y la restricción de los horarios que impuso el Concello, nos penalizó tanto la recaudación que acabé por cederle mi parte al otro socio. El beneficio no alcanzaba para dos sueldos y, tras cinco años en la hostelería, tuve que arrojar la toalla y traspasar el local», argumenta.
Hizo un grado superior de Formación Profesional y ahora acaba de estudiar Administración de Sistemas Informáticos. «El problema es que te ofrecen un trabajo mal pagado, porque se trata de 450 euros, aunque solo es por media jornada, pero no tiene nada que ver con la titulación y no me resuelve la papeleta. Estoy buscando un empleo, porque ya se me acaba el dinero del traspaso», afirma.
Un ERE lo dejó sin trabajo
«Vivo con una pequeña paga de invalidez». Daniel Sotelo de Dios (28 años) se las arregla como malamente puede para vivir con una paga de invalidez de 269 euros, por un problema que sufre en la espalda. «Siempre estuve trabajando en el ramo de la hostelería y, debido a la paga que tengo, solo me permiten desarrollar media jornada laboral, por lo que me resulta muy complicado acceder a un empleo. Por un ERE perdí mi último trabajo, pero no me conceden el paro, porque dicen que necesito los contratos de los otros trabajos que desempeñé y no los tengo», explica.
Sotelo afirma que está pasando por grandes dificultades económicas, «porque me cobran 400 euros por un piso de alquiler que comparto con mi novia y ella está en el paro, por lo que nos cuesta mucho llegar a final de mes. En este momento, ya debo dos meses y corro el riesgo de quedar en la calle».
Un comerciante con clientes morosos
«La cartera de deudores ronda el 5%». Luis Garrido Bernárdez (43 años) regenta la tienda de electrodomésticos y muebles de cocina Tien 21 (Av. Camelias, 145). «Con la crisis, mucha gente se ha quedado sin dinero o con menos poder adquisitivo, por lo que a algunos clientes casi te ves obligado a fiarles. Es decir, darles un margen mayor para que te puedan pagar, aunque tampoco te puedes exceder, porque a mi las letras de los proveedores me llegan con 15 o 30 días para hacerles frente», señala. «Lo que ocurre es que hay clientes que se retrasan, debido al paro o por otros problemas y la lista de morosos me aumentó hasta un 5%. Tampoco puedo abrir más la mano, porque me vería obligado a cerrar las puertas», aclara.
Cuenta que algún cliente tardó cerca de un año en pagarle el producto, pero hay otros que ni se le ponen al teléfono.