Abuen seguro Carlos Sobera levantaría la ceja al conocer la copiosa inversión que el Concello de Vilagarcía ejecutó en una edificación de 1910, ubicada en Trabanca-Badiña, justo enfrente de un magnífico local vecinal que la propia institución municipal acababa de ampliar. Resulta fácil imaginar a algún concejal preguntando hace tres o cuatro años a sus compañeros «¿en qué nos gastamos el dinero?» al hilo de la lluvia de euros que aquellos dos planes E sucesivos precipitaron sobre los ayuntamientos. Lamentablemente, nadie podrá ya atrapar el millón de euros que Ravella se gastó a ciegas, sin marcar previamente un uso y un objetivo, en la vivienda familiar del Doctor Carús.
La antigua concejalía de Xestión do Territorio hablaba, el 25 de abril del 2010, día en que la reforma fue inaugurada, tal y como reza en una placa en el interior del propio edificio, de una Casa da Memoria en la que se diesen cita el archivo histórico de Vilagarcía, los fondos de la biblioteca y de Centralfolque, y el Faiado da Memoria. Cultura añadió al poco tiempo las sedes de la fototeca del Eixo Atlántico y de la fundación Plácido Castro como planteamientos de trabajo. Por fin, Esquerda Unida propuso una casa de acogida para mujeres maltratadas y, ya en la campaña de las municipales, el PSOE apostó por crear la tercera guardería pública.
Todas estas ideas acabaron confinadas en el cajón de las ocurrencias fallidas. No obstante, el uso social que algunas de ellas sugirieron en su día podría resurgir. Lo malo, lo de siempre: se necesita más dinero.