
Una pareja marroquí en paro subsiste en Lugo con tres hijas discapacitadas
15 abr 2012 . Actualizado a las 07:00 h.La Biblia habla de las siete plagas, o diez según se interprete, que asolaron Egipto en la época de los faraones. Salvada la distancia, podría decirse que Abdellah Zoubia, de 48 años, y su mujer, Naima, de 41, sufren una serie de calamidades parecidas. Este matrimonio de origen marroquí, que lleva más de medio siglo en España, subsiste en Lugo «como puede», destaca con serenidad el hombre, cuya mirada se nubla en muchos momentos de la conversación. Sus tres hijas, Sara, de 19 años; Sofía, de 9; y Leira, de 3 meses, tienen discapacidad intelectual. Por si eso fuera poco, las tres sufren una misma extraña enfermedad genética que les despierta tumores en distintas partes del organismo.
Además, los dos miembros de la pareja están en el paro, pero aunque les surgiera una oportunidad laboral tendrían problemas para aceptarla por los cuidados continuos que requieren las pequeñas. «Ahora las niñas tienen ataques con frecuencia y tenemos que ingresarlas en el hospital. Si cuando les dan las crisis estuviésemos en el trabajo, ¿quién se ocuparía de ellas?», se pregunta el hombre, que durante años estuvo empleado en los sectores de la construcción y la madera. «Tuve un jefe que es buena persona. Entendía lo que nos ocurre y nunca me puso problemas, pero la empresa cerró. Otros empresarios no lo entienden», lamenta. Sara, la mayor, apenas sale de casa porque padece un tumor cerebral en un estado muy avanzado. «Se quedó ciega de un ojo y tiene problemas en los pulmones, en el hígado...», enumera Abdellah. Cree que para ella no hay esperanza. «Está desahuciada», llora, pero confía en que los médicos puedan encontrar algún remedio o un tratamiento que salve a las dos más pequeñas. En breve, Sofía, que acude al colegio de educación especial Santa María, de Lugo, tendrá que ser operada de un tumor en el ojo derecho.
A la menor le acaban de detectar el mal. «Mi mujer y yo nos hicimos las pruebas genéticas en el hospital de Santiago y nos dijeron que estábamos bien, que ninguno de los dos tenía problema. Por eso nos decidimos a tener otro hijo, pero hace unos días a Leira le empezaron a salir en la piel las manchitas que ya tuvieron sus hermanas y empezó a convulsionar. Son las mismas señales, tiene lo mismo que ellas», lamenta.
Solo una pensión de minusvalía
Abdul y Naima viven rodeados de pastillas para combatir la alergia, inhaladores... «Las niñas tienen la piel atópica y necesitarían una crema que vale 18 euros, pero pocas veces se la compro. Con ese dinero prefiero comprarles leche y yogures para comer», relata.
Hace tiempo que agotaron la prestación por desempleo. El cabeza de familia afirma que en este momento, los únicos ingresos de la familia son la pensión de minusvalía de 536 euros que cobra la niña mayor, y 135,8 euros de una ayuda de la ley de Dependencia. «Mi mujer tendría que estar cobrando 400 euros y algo porque la tiene en casa, es una jornada completa, pero nos dijeron que no podíamos cobrar la prestación entera», añade. El matrimonio también tiene solicitada una paga de la Dependencia por la mediana. «Pero no hay dinero», comenta el padre.
El banco de alimentos, Cáritas, las trabajadoras sociales del Concello, Amigos de Galicia..., Abdul ha tocado en muchas puertas pidiendo ayuda. «Por suerte, tengo buenos amigos», confiesa con emoción. Una de ellos, que prefiere omitir su identidad, les está echando una mano impagable para que amueblen el piso que el Instituto Galego da Vivenda e Solo (IGVS) les acaba de entregar en régimen de alquiler en el barrio de A Ponte. «Llevamos muchos años esperando por él, y ahora no sabemos si lo podremos pagar. Si no podemos, lo dejaremos», adelanta el hombre, y reflexiona: «Aguantas, pero a veces te caes... Sufres todos los días». Lejos quedan los buenos recuerdos, como el del día en que él y Naima se vieron por primera vez. «Nos conocimos en Lugo en una fiesta», sonríe.
«Lo que necesitamos es alguna forma de parar los tumores que tienen nuestras hijas»
Abdellah Zoubia Inmigrante de Marruecos asentado en Lugo ciudad
Tras presentar un informe en el que se advertía de la relación de algunos de los chabolistas que han ocupado el edificio de A Moura con el tráfico de drogas, el Ayuntamiento ha decidido dar un paso más y solicitar a la titular del Juzgado de Instrucción número 2 que le permita personarse en la causa.
Aunque ahora tendrá que ser la jueza -que ha recibido hasta la fecha cuatro denuncias por la ocupación del edificio- la que decida si acepta o no la solicitud de los letrados municipales, el teniente de alcalde de Seguridad, Julio Flores, defendió ayer que el Ayuntamiento es parte interesada «debido al clima de inseguridad ciudadana y conflictividad social y porque el gobierno local considera que tiene que velar por los intereses de los ciudadanos».
Flores informó de las gestiones a un grupo de treinta personas que habían comprado una vivienda en el edificio, que han visto cómo los okupas tomaban sus pisos antes de poder entrar a ellos.
Abdellah explica que ni neurólogos ni pediatras han sido capaces por ahora de encontrar un tratamiento eficaz para la rara enfermedad genética que padecen sus tres hijas. Dos de ellas sufren cáncer. La mayor, que ahora tiene 19 años, perdió la vista de un ojo debido a un tumor. La mediana, de 9, también tiene uno en la vista. «La neuróloga nos dice que para parar los tumores existe un medicamento, pero entra por lo privado, hay que pagarlo, y no tenemos dinero», señala. Otros especialistas les han comentado que algunos laboratorios están probando tratamientos nuevos, pero por ahora no hay ninguno concreto. «Mi mujer y yo somos de Casablanca, pero nos conocimos en Lugo cuando yo tenía 26 y ella 19. ¡Quién nos iba a decir que íbamos a vivir esto!», finaliza.