
Un vecino rescató a tres operarios incapaces de salir del edif?icio
13 may 2012 . Actualizado a las 07:00 h.«Oín os berros dunhas persoas procedentes do alto do faro e achegueime como puiden a ver que pasaba». Así relata su historia el laxense Francisco Devesa Vázquez, Chico. Julio Ortiz y Marc Martí son dos valencianos empleados de una empresa especializada en sistemas de señalización marítima. Este jueves se encontraban trabajando, junto a un compañero de A Coruña, en el faro laxense de punta de A Insua. Llovía de forma intensa y hacía un viento «horrible». Los tres se encontraban cambiando la señalización marítima y reemplazándola por un sistema de placas solares en lo alto del faro.
De repente, la puerta se cerró de golpe por culpa de una fuerte corriente de aire. Los operarios se quedaban a la intemperie, en la azotea del faro, sin una zona en la que poder resguardarse de la lluvia y, para redondear el panorama, en una zona muy poco transitada, y menos con las condiciones meteorológicas adversas de ese día. Fueron dos largas horas. Los tres operarios no tenían posibilidad alguna de comunicarse porque además los teléfonos móviles los habían dejado en los coches antes de empezar a trabajar en lo alto del faro de Laxe.
Un fuerte temporal
El tiempo pasaba rápidamente y la mojadura empezaba a ser importante para los tres atrapados. Pero la suerte les echó un cabo. Por allí pasaba Francisco Devesa Vázquez, Chico, como le llaman los familiares y amigos. «Meu irmán ten una lancha que utiliza para pescar e que estaba varada cerca de punta da Insua. Pediume que fose pola tarde ata alí a botarlle unha ollada porque había forte temporal», explicó Chico, quién añadió: «A miña sorpresa foi atoparme con dous vehículos e uns homes no alto do faro berrando e movendo os brazos. Non sabía se o que estaba a ver era certo ou unha visión miña».
Francisco Devesa sufre una diversidad funcional como consecuencia de un grave accidente laboral sufrido hace varios años. Por ese motivo, tiene prácticamente paralizada la mitad de su cuerpo. Pero no se echó atrás y como pudo se acercó hasta el faro. Entró y subió las empinadas escaleras con sumo cuidado: «Levoume sete minutos de reloxo chegar ata eles porque as escaleiras teñen moita pendente», apuntó Chico.
Empapados y con frío
Todas las dificultades que tuvo este vecino de Laxe para poder acceder a la azotea en la que estaban los tres hombres se esfumaron cuando abrió la puerta en cuestión: «Estaban os tres empapados de auga, e un deles tiña cara de ter moito frío».
Una vez dentro del faro, los tres rescatados se ofrecieron para ayudar a Chico a bajar las escaleras, pero este declinó el ofrecimiento: «Estaban mollados ata arriba e díxenlles que se foran secar que, total eu tiña para rato». Francisco bajó las escaleras hacia atrás por culpa de la hemiplejia que padece. Le llevó más tiempo bajarlas que subirlas, «pero o esforzo valeu a pena». Ya abajo los rescatados le preguntaron si podían hacer algo más por él. Respondió que no. Ahora, estos dos valencianos saben que tienen un amigo en Laxe para siempre.
Los trabajadores habían dejado los teléfonos móviles en los coches