El osteópata de las estrellas

nino soto PONTEVEDRA / LA VOZ

FIRMAS

RAMON LEIRO

Juan Carlos Crespo atiende, entre otros, a David Cal, Gómez Noya y Okutu

04 jul 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Por sus manos pasan deportistas de la talla de David Cal, Javier Gómez Noya o Jean Marie Okutu. En su cartera hay un largo listado de taekuondistas, así como las chicas del Poio Fútbol Sala. También se acomodaron aquejados sobre su camilla los jugadores del Pontevedra -gracias a su relación con Sergio Martín, ex director deportivo granate-.

Es Juan Carlos Crespo, el osteópata de los grandes deportistas vinculados a Pontevedra. Y claro, también trata a particulares. Su consulta, Osteomed, está en la plaza de Barcelos, en los aledaños del laboratorio de emergentes figuras del deporte: el Centro Galego de Tecnificación Deportiva. Las paredes de su negocio están decoradas con los retratos firmados por la élite: Cal y Gómez Noya, entre otros.

Empezó a tratar a deportistas a orillas del río Lérez hace una década. Se introdujo en el mundo de la osteopatía porque no le cuadraban las cuentas mientras estudiaba INEF en A Coruña. También hizo Fisioterapia en Barcelona, pero seguía titubeante sobre su futuro. Las dudas se le despejaron cuando se puso en manos de un osteópata en la ciudad condal. Decidió que la osteopatía sería su triple salto hacia el foso de arena profesional.

«Atiendo a la persona sin fijarme en su rendimiento», señala Juan Carlos Crespo, instantes después de tratar al triplista Alfonso Palomanes. «Aunque posteriormente ese tratamiento revierta en su rendimiento».

Aunque empezó su relación laboral con deportistas de élite trabajando en centros dependientes de la Administración, muchos siguen confiando en sus manos al margen de los tratamientos que reciben a través de las diversas federaciones deportivas.

Por ejemplo, a David Cal, con cuatro metales olímpicos al cuello, le trata desde el año 2002. Se quejaba de sus hombros. Lo describe como una persona que, «aunque no lo parezca, habla muchísimo». En una de las sesiones, el piragüista llegó completamente cansado de un entrenamiento. «Se me quedó dormido», detalla Juan Carlos Crespo. «Fue genial el tratamiento», añade.

En cuanto a Javier Gómez Noya, el triatleta suele padecer de lumbalgia. «Pero ahora entrena bien», explica el osteópata, que cuida al ferrolano desde el año 2004. De hecho, confía en que ambos alcancen el podio londinense. También se llevaría una enorme alegría si Jean Marie Okutu, saltador de longitud al que trata desde hace cinco años, obtuviese la mínima para competir en estos Juegos Olímpicos.

Pontevedra y Poio

«Si Jean Marie logra la mínima sería el hombre más feliz del mundo», precisa, para explicar que deportistas como David Cal y Gómez Noya «ya son top 10 y ya han ganado muchas competiciones». Sigue las evoluciones de sus clientes, y celebra como suyo cada título que ganan.

Este año colabora con el equipo del Poio Fútbol Sala femenino, como un día lo hizo con la plantilla granate. Cuando trabajaba con los futbolistas de Pasarón le fascinó «lo cachondo que era Dani Pendín, el abuelete». Y de Víctor Bravo, que también pasó por sus manos, «le gustaba su juego sobre el campo». Consideraba «genial» a Santi Amaro, y, por lo general, le gustaba hablar con ellos de la evolución del equipo. «El fútbol me gusta bastante, pero luego llegó la debacle en el Pontevedra».

Su filosofía de trabajo es esencial: «La cuestión es ajustar la fisiología del cuerpo», indica.