«Ya es uno más de la familia, se ha convertido en un galleguiño»

Paula m. Gestoso PONTEVEDRA / LA VOZ

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CAPOTILLO

Ocho familias acogerán este verano a los niños procedentes del Sahara

05 jul 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Sidi tiene doce años y, como la calima, nacido de las arenas del Sáhara, llegó por aire cruzando el norte del continente africano para reunirse con su familia gallega. Es la quinta vez que viene a pasar el verano en Pontevedra y esta vez no lo hace solo. Por primera vez, su hermana Asma -de siete años - lo acompaña en la experiencia que para estos dos niños supone pasar un verano en un mundo completamente diferente al suyo.

Montse y Suso serán una vez más sus padres de acogida. Se decidieron después de ver un llamamiento en la televisión de la Asociación de Solidaridade Galega co Pobo Saharaui a familias gallegas que pudiesen recibirlos y no lo dudaron. «Unos niños con una cultura tan diferente y tan agradecidos te cambian la vida», asegura Montse. El único requisito que se les pide: darles de comer, vestirlos y mucho cariño durante julio y agosto para que la estancia sea de lo más agradable.

Con lo puesto y una maleta cargada de regalos para todos los familiares y amigos -de los que no olvida su nombre ni sus caras- llegan a Pontevedra para conocer el idioma y todo aquello que escuchan y ven. «El año pasado entendía perfectamente castellano y gallego y en septiembre ya había aprendido a pescar y montar en bici él solo», comenta Suso sobre Sidi, quien año tras año recuerda las letras de las canciones que su madre gallega le pone en el coche y se vuelve loco cuando retoma la serie de Shin Chan en la televisión.

Fascinación por el agua

Son muchas las cosas que impactan a los pequeños cuando llegan a España: las escaleras mecánicas, los ascensores o el ruido del tráfico, entre muchas otras cosas. Pero si hay algo que les apasione es lo relacionado con el agua, el bien más preciado en la frontera con el desierto del Sáhara. «Las piscinas y las playas son su debilidad, y aunque esté mal tiempo siempre tienen ganas de jugar en ellas», afirma Montse, la cual destaca la cara de asombro que la pequeña Asma ha puesto al ver correr el agua del grifo sin descanso y que no sea necesario un agujero para conseguirla. «Eso, y la limpieza bucal. Desde que llegó a casa se ha lavado los dientes cada media hora», añade Suso.

Las familias aseguran que esta experiencia no es contraproducente para los pequeños saharauis. «Es una experiencia enriquecedora que podrán comentar durante su vida y que les hace conocer mundo y saber qué existe más allá de su campamento», comenta Montse.

Por desgracia, este será el último año que Sidi pueda venir a España a pasar las vacaciones de verano. Una vez que los niños cumplen los 13 años, deben ir a estudiar a Argelia todo el invierno y los dos meses de verano regresan al campamento, por lo que Asma será la encargada de llevar cariño y gratitud a esta casa pontevedresa durante los próximos cuatro años.

Cada año son menos las familias que pueden mantenerlos. De 17 viviendas pontevedresas que en el 2005 acogían a los niños durante dos meses, ya solo ocho pueden permitírselo. «Aunque todo el mundo está dispuesto a ayudar», aclara Montse.

tres meses de ?vacaciones en paz?