
El monasterio encargó 5.000 botellines para repartir hoy
11 jul 2012 . Actualizado a las 13:15 h.Existen cientos de historias sobre los efectos milagrosos del aceite procedente del monasterio de Lérez, al que se le confieren propiedades curativas sobre los problemas dermatológicos. Son tantos los relatos sobre ungüento sanador como romeros acuden año tras año a la cita en honor de San Benito, que hoy volverá a congregar a multitudes en las quince misas que tendrán lugar a lo largo de la jornada en el templo pontevedrés.
Cuenta don Crisanto, párroco de San Benito de Lérez desde hace más de un decenio, que él mismo vivió una de esas historias que consiguió sobrecogerle. «Al poco tiempo de yo llegar aquí recuerdo el caso de un joven que llegó al anochecer y tocó el timbre, -relata-. El hombre me dijo que era un soldado de la Brilat, procedente de A Coruña, que venía a entregar una vela en la iglesia. Me contó que en Bosnia contrajo unos granos extraños y los médicos no le supieron dar solución, hasta que un facultativo de Pontevedra le aconsejó probar el aceite de San Benito de Lérez. Al parecer lo ungió durante unas semanas y le pasaron de todo», cuenta el párroco.
La del soldado es solo una de las tantas historias recogidas en uno de los dos libros parroquiales. En el primero se escriben las peticiones a San Benito, mientras que el segundo recoge los milagros logrados por el aceite de Lérez.
Sin embargo, no existe un componente extra o una receta secreta que explique las propiedades que se conceden al ungüento. «El aceite es normal y corriente, aceite de consumo que traen los devotos o que la propia parroquia compra en el supermercado», asegura don Crisanto.
El único proceso al que se somete es en la lámpara del templo, en donde arde día y noche frente a la imagen del santo, después de haber sido bendecido.
¿Y cuál es entonces la clave de su poder curativo? El sacerdote no tiene duda: «El aceite no es algo mágico, lo que influye es la fe», afirma. «La fe mueve montañas», concluye el párroco, para quien la tradición ancestral del aceite no es más que un rito que acompaña al ingrediente clave: la devoción.
Cinco mil botellines
Con todo, el aceite ha cruzado fronteras, hasta el punto en que la parroquia pontevedresa ha recibido peticiones procedentes de Almería, Madrid o Sevilla. Tal es la fama que le precede, que el monasterio encargó para la ocasión cinco mil botellines con los que repartir el ungüento. A estos recipientes preparados previamente para la ocasión, se sumarán aquellos que tradicionalmente portan los romeros, que son rellenados en el acto desde la lámpara.
Con la celebración de San Benito arrancan las fiestas de verano. El programa del Concello en donde se recogen los actos ya se encuentra en la calle.