Sombreros tejanos, melenas y mucho rock en Cambados

Noelia Fariña VILAGARCÍA / LA VOZ

FIRMAS

MARTINA MISER

El concierto de Corizonas hipnotizó a los asistentes de Fefiñáns

02 ago 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

crónica concierto de corizonas

Corizonas no necesita tarjeta de presentación. Su origen, la fusión entre la mitad de los Coronas y parte de Arizona Baby, es un tema demasiado manido. Lo importante es el resultado y, si su disco The News Today no convencía a los más escépticos, la banda liderada por Javier Vielba demostró el martes en Cambados que es imposible ofrecer un directo tan potente y perfecto. Durante dos horas, la plaza de Fefiñáns se trasladó a una América profunda, en la que tenían cabida vaqueros en sus ranchos, moteros por carreteras secundarias y ante todo, Rock & Roll.

El artista vasco, PLV Havoc, sería el encargado de recibir a los primeros asistentes y calentar el escenario. Con puntualidad casi inglesa, empezó a las once acompañado de una guitarra, tal y como terminaría su actuación. El donostiarra reivindicaba su individualidad, pero sería acompañado del resto de la banda cuando alcanzaría los puntos álgidos de su concierto a base de guitarreo. Una actuación que sucedió, sin más, mientras en el puesto de perritos una chica confesaba sus gustos musicales: «Yo es que prefiero el pachangueo».

Pasadas las doce, con la imagen representativa de la banda sobre el escenario, los Corizonas aparecieron, en un inicio instrumental y psicodélico, protagonizado por el theremin de Vielba. Aparecieron de punta en blanco: estética country, mucho sombrero de Cowboy, largas melenas y «¡qué barbas, ché!», apuntaban desde el público ante el aspecto de su cantante. Arrancaron sin descanso, a grito de Hey hey hey, seguido por The Deceiver o The Falcon Sleeps Tonight, una muy movida en la que cobró vida la trompeta de Yehven. Después, las presentaciones y las alabanzas al albariño y a algo tan gallego como el licor café. El público, aunque no muy numeroso, cayó bajo su hechizo desde el primer momento, aplaudiendo cada intervención. El punto más contestatario llegaría con los temas Thieves and Liars. «Combatámoslos a ritmo de Boogie», apuntaba el cantante. También se atrevieron con las versiones. Reinventaron Supernaut de Black Sabbat, con un increíble dúo de Loza y Vielba a la batería, exaltaron la amistad con Wish you were here de Pink Floyd y con motivo de las fiestas, interpretaron Too Drunk to Fuck de Dead Kennedys. La primera parte mantuvo siempre la misma fuerza y ritmo, llegando a término con la interpretación del single Run to the river o la canción de corte instrumental de Javi Vacas, El Rancho.

Tras un amago de despedirse, surgieron con más ganas para derrumbar todos los esquemas sonoros. Tocaron I wanna Believe, hicieron la versión «vaquero galaica» del Shiralee de Arizona Baby y se despidieron con It´s Alive, bailando sobre el escenario con las primeras gotas de lluvia. En resumen, un concierto imposible de describir y estrictamente recomendable.

Es imposible ofrecer un directo tan potente y perfecto como el de Corizonas