El monte Siradella, un espacio entre el mito y la realidad

r. fontoira VILAGARCÍA / LA VOZ

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MONICA IRAGO

La Ruta dos Lagarteiros ofrece vistas privilegiadas sobre la ría y el istmo

03 ago 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

tiempo de verano

Monte Siradella

Se accede desde la carretera que va hacia San Vicente y Reboredo. Una vez aparcado el coche en la zona del merendero, solo hay que subir andando unos metros hasta la cima.

Merendero

A pesar de que la oferta gastronómica es interminable, A Siradella dispone de un amplio merendero con parque infantil.

al margen de la ría

La Siradella es el punto más alto de la península de O Grove, y entre las inmensas moles graníticas que salpican su paisaje, se entrelazan caminos que abren las puertas a un mundo de leyendas, maquis y fortificaciones.

No es extraño ver a visitantes en el mirador de la cima, pero son menos los curiosos que se aventuran a bajar por alguna de las rutas que atraviesan las laderas de esta cumbre, que esconde rincones de gran belleza y riqueza natural.

Detrás del Centro de Interpretación da Natureza -que preside A Siradella- arranca la Ruta dos Lagarteiros, una senda de algo más de 2 kilómetros que rodea el monte por su cara exterior, la que está frente al istmo de A Lanzada. A lo largo de la ruta hay tres miradores, que ofrecen una amplia panorámica de la ría de Arousa, la playa de A Lanzada y el silueteado de las Rías Baixas, defendidas de las inclemencias del Atlántico por dos baluartes que emergen de las profundidades: las islas de Ons y las Cíes.

La primera parada obligada son los restos de un antiguo asentamiento, situado en un pequeño montículo que sirve de atalaya natural. Subiendo unas escaleras milenarias -cuyo origen es aún desconocido, ya que no se han investigado a fondo- se puede afinar la vista para situar la capilla de A Lanzada, donde también hay restos, en este caso de la cultura castrense.

Bajando por la ladera interrumpen el paso grandes piedras de granito, que es necesario bordear -e incluso atravesar, pues en un rincón se forma un pasadizo natural- para llegar a las dunas, un espacio protegido por la Red Natura 2000.

Una vez en este enclave, se puede continuar la ruta hacia el valle de Feáns o hacia la antigua cantera, donde discurre un desfiladero a gran altura que pondrá a prueba a aquellos con vértigo fácil. Bajo los pies se extiende una falda verde -donde abunda el pino- que mira al Complexo Intermareal Umia-O Grove, un lugar de tránsito para muchas aves migratorias. Aunque, si hay un árbol relevante en la cima de A Siradella, este es «a figueira do meco», un ejemplar donde está condensada la identidad del pueblo grovense.

«A figueira do Meco»

Cuenta la leyenda que o Meco fue un tiránico señor feudal con demasiado apego por el sexo opuesto, cuestión agravada al ejercer el derecho de pernada, del que se valía para abusar de las muchachas de la comarca.

Los vecinos de O Grove, hartos de soportar estas ofensas, decidieron ahorcarle, colgando al maquiavélico personaje de una higuera que aún se conserva. La popularidad de esta figura mítica fue tal que el propio Padre Sarmiento se acercó a la península -allá por el 1745- interesado por los frutos del árbol, del que se decía brotaban higos rojos: «o sangue do Meco». Se cuenta que el juez, al realizar las pesquisas, se encontró con una respuesta unánime: «Ao Meco matámolo todos». Un dicho ya popular al que se podría añadir: «na Siradella».