La vida en los bacalederos de Pysbe: Faenas en cubierta de 18 horas y con treinta grados bajo cero

F. Varela FERROL / LA VOZ

FIRMAS

Los bacaladeros pescaban en aguas de Terranova y se trabajaba en cubierta en condiciones durísimas
Los bacaladeros pescaban en aguas de Terranova y se trabajaba en cubierta en condiciones durísimas

Antiguos tripulantes relatan las condiciones de trabajo en los barcos

12 ago 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

La vida en los bacaladeros de Pysbe, la faena en la factoría de salazón del puerto de Ferrol que funcionó hasta 1974, y el periplo de muchos mugardeses y eumeses que tenían que embarcar en Pasajes es el tema de una nueva publicación. La revista Cátedra, en realidad un voluminoso libro que edita la biblioteca de Pontedeume, incluye un extenso trabajo de Manuel Bouza Faraldo sobre aquella epopeya. El interés del nuevo texto sobre la empresa bacaladera está en el relato de sus protagonistas.

Es la historia de Jesús Dopico Iglesias (Pies, todos se manejaban con apodo), eumés de 70 años que embarcó en el Céfiro (la flota llevaba nombres de vientos) con base en Pasajes. Su primera campaña fue en 1967 y viajaba al País Vasco en una furgoneta con otros de Mugardos. Tras 15 horas de carretera, al buque, 15 días de navegación y Terranova. Un mes de pesca continua y unos días en tierra para repostar, hacer víveres y ducharse, porque los primeros barcos carecían de ducha.

En invierno las temperaturas podían bajar a 30 bajo cero y el pescado se limpiaba en cubierta, antes de llevarlo a las bodegas para salar. Cuenta que un día vieron la colisión de otro bacaladero portugués con una mole de hielo que flotaba: se fue a pique con toda su tripulación y nada pudieron hacer. Otro día, un golpe de mar escoró su barco y a punto estuvo de seguir el mismo camino que el portugués si no fuese por la pericia del capitán Jesús Esnaola y José Antonio Freire (Feal) que estaba de guardia en la caña del timón.

Los rompehielos

En la bahía del Labrador aprovechaban el paso de un rompehielos que abría rutas a los mercantes que se dirigían a Canadá para navegar ellos con su bacaladero a puerto. Y a toda máquina, porque el mar se volvía a helar al poco tiempo.

Jornadas de trabajo hasta 18 horas cuando había pescado sobre cubierta. Aguardiente para animar la tarea.

El barco regresaba a puerto, unos a Ferrol y otros a Pasajes, con unas mil toneladas de bacalao en sus bodegas y miles de litros de aceite de hígado de balacao en unos depósitos de popa.

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la vida en los bacaladeros de pysbe, en un nuevo libro