Mario Conde ha decidido presentarse a las elecciones gallegas «para agitar conciencias». Sociedad Civil y Democracia se llama su partido. Ahí es nada. El exbanquero condenado a veinte años de prisión por estafa y apropiación indebida en el caso Banesto empieza a dar lecciones de moralidad a diestro y siniestro y se ha propuesto regenerar el Parlamento autonómico. Con un par... de escaños o más.
Estamos ante un personaje real como la vida misma que se parece sobremanera al personaje de ficción Gordon Gekko. ¿Quién? Aquel tiburón de las finanzas que interpretó Michael Douglas en Wall Street yWal Street II, las películas de Oliver Stone. Se trataba de un especulador sin ningún escrúpulo pero con mucha gomina en la cabeza que daba con sus huesos en la cárcel y que, al abandonar esta, se dedicaba a escribir biografías redentoras y a lavar su imagen con dosis de verborrea y carisma, explicándole a la gente (preferentemente joven) por qué hemos llegado a esta situación de crisis sistémica.
Conde, un tudense que nunca hasta ahora había mostrado preocupación por su tierra natal, ha encontrado alguna que otra plataforma mediática para desplegar lo que le queda de aquel encanto que le llevó a ser uno de los reyes de la beautiful people española. Y también para hacer una elipsis con su pasado, declarándose víctima de una persecución. Puede que su pasado sean los 400 años de historia familiar de los que presume, pero no hay que olvidar que incluyen la condena del Tribunal Supremo por apropiarse de 600 millones de las antiguas pesetas.
Efectivamente, si su candidatura no agita más de una conciencia es que la sociedad civil a la que él apela está anestesiada.
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