El día en el que La Voz contaba que Nintendo había lanzado para su consola un nuevo juego titulado Pokémon, aventura entre las teclas, las redacciones de España tecleaban la palabra apostillándole Ourense. El Pokémon que empezó en Japón siendo un juego terminó en Ourense siendo una vergüenza o, mejor, una desvergüenza. Un alcalde del PSOE, un concejal del BNG y un jefe de policía han logrado la hazaña de pokemonizar Ourense aunque ayer, viendo la praza Maior, parecía que la capital había ganado la Champions. Tras la marcha de los imputados, los altavoces y las fanfarrias, ¿qué? La situación de deterioro no mejora con un cambio de cromos. El Concello de Ourense necesita una catarsis, interpretada en el sentido filosófico de «purificación ritual de personas o cosas afectadas de impurezas» o en el biológico de «expulsión espontánea o provocada de sustancias nocivas al organismo». Parece urgente regenerar la Consistorial con ideas nuevas y honradeces inmaculadas. Es de Guinness que el bipartito local haya llevado ¡en cinco años! a un alcalde, dos tenientes de alcalde, un edil y un director general ante la Justicia. A esa realidad no es ajeno ninguno de los integrantes de la coalición PSOE-BNG. Todos los contratos (también en los que afloraron irregularidades), todos los acuerdos (incluso los del derroche de dinero público como Montealegre o el Festival Pórtico del Paraíso), todos los tics autoritarios (negar documentación a la oposición hasta que el fiscal intervino) fueron avalados por los 14 ediles. ¿De qué vale, entonces, el cambio de cromos? ¿De qué le valen al BNG tres puestos de trabajo y lucir palmito en el Festival de Cine si hunde las siglas en la mayor desafección social? Ourense necesita limpieza de dedicaciones exclusivas, de sueldos prohibitivos, de asesores prescindibles y de sonrojantes inmoralidades. Me temo que tras el sacrificio (de inmolación, no de abnegación) de Paco Rodríguez y Fernando Varela todo siga igual porque el virus no está solo en los políticos y sí en la sociedad. Ellos son el exponente de la putrefacción en la que se cimentó este Estado de bienestar material pero de ruina moral. Cuando al que nos presta un servicio no le pedimos factura, cuando no se la damos o cuando escuchamos «¿con IVA o sin IVA?» recibimos nuestro reloj, nuestra botella de vino o nuestra mordida. Lo de ellos lo censuramos y de lo nuestro nos jactamos.
La frase Sublime la de Pachi Vázquez en La Voz: «Paco tomou unha decisión que lle honra moito». Aplaudía la dimisión del alcalde de Ourense, a la semana de su imputación, el hombre que estuvo, como alcalde de O Carballiño y como conselleiro de la Xunta, dos años imputado por prevaricación, falsedad documental y acoso. Si la decisión del alcalde le honra, ¿no le deshonra la suya? ¿Cuántas varas de medir usa? ¿Por qué es implacable con Paco Rodríguez y permisivo con Blanco y Orozco?