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Fotos surferas desde el interior de las olas

Alfonso Andrade Lago
alfonso andrade REDACCIÓN / LA VOZ

FIRMAS

Jose Dopico

José Dopico representó a Galicia en el Festival de la Playa a la Pantalla

04 oct 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Desde niño siente pasión por el surf y el bodyboard, que practica en Valdoviño y Pantín, pero su afición dio un giro a los 22 años cuando decidió fabricar la primera carcasa para proteger del agua su cámara réflex y meterse con la tabla en la ola. Pero no a surfear, sino a retratar a los profesionales. Desde entonces las ondas gallegas tienen dos ocupantes, el surfista y José Dopico (Ferrol, 27 años), que se agazapa con él en el túnel que forma la ola para obtener las mejores imágenes.

«Es complicado -aclara para prevenir a los no iniciados- porque tienes que esperar a que llegue la más adecuada y a que coja altura y forme bien el tubo». Dopico distingue además entre olas de arena y de roca. Para las segundas, «que son las mejores porque vienen siempre uniformes», se sienta sobre una tabla de surf o de bodyboard y dispara. Para las de arena «no necesito más que unas aletas, la cámara con la carcasa y dejar que la ola me envuelva», explica.

En estos cinco años de trabajo, varias de las revistas especializadas más importantes del mundo se han interesado por sus imágenes. Es el caso de la australiana Le Boogie o la portuguesa Vert, además de las mejores publicaciones españolas.

Este año, Dopico ha sido el único representante gallego en el Festival de la Playa a la Pantalla, que se celebró en Villaviciosa. Allí realizó una proyección de sus fotos en pantalla gigante y formato vídeo.

Los asturianos pudieron admirar la belleza de los arenales de Ferrol y Fisterra, que es donde Dopico suele trabajar: «De Ferrol me quedo con Valdoviño y Doniños por la calidad de sus olas, y de Fisterra, con Lariño». Incluye asimismo entre sus preferencias La Tóxica, una onda que se coge en Bens (A Coruña), y en invierno, cuando la fuerza del mar complica la labor en todos estos arenales, «la costa de Lugo, sobre todo Burela, está mucho más tranquila y es una buena alternativa».

El trabajo de Dopico tiene un componente artesanal, las carcasas con las que protege su cámara, que continúa fabricando. «Las hago yo -confirma con evidente orgullo-. Corto las piezas y las sello bien con metacrilato líquido. Después coloco los frontales».

Esta artesanía fotográfica le ahorra los mil euros que, de media, cuesta el revestimiento de la cámara. El hermetismo tal vez no le permita bajar a cinco o seis metros, «pero es más que suficiente para hacer fotos desde las olas», una actividad que, con el tiempo, ha llegado a gustarle» más que el propio surf».

Ahora, entre sus proyectos aparece un viaje a Puerto Escondido, en el Pacífico mexicano, donde buscará «buenos profesionales», que es «la clave» para conseguir «fotografías de primera».