Tendrá que dejar la presidencia del PNV si, como es más que probable, es elegido lehendakari, para respetar la tradicional «bicefalia» de este partido
22 oct 2012 . Actualizado a las 01:07 h.Iñigo Urkullu, candidato a lehendakari del PNV, partido ganador de las elecciones vascas 2012, afrontará a partir de mañana su mayor reto político hasta ahora, conseguir ser lehendakari, algo que tiene muy cerca.
Urkullu, un político que ha dedicado toda su carrera a la vida interna de su partido, tenía como meta este domingo recuperar para el PNV Ajuria Enea, la sede de la presidencia del Gobierno Vasco, después de tres años y medio de Ejecutivo socialista.
Este vizcaíno, nacido en Alonsotegi en 1961 pero residente en Durango, es diplomado en Magisterio, está casado y tiene dos hijos.
El presidente del PNV es un hombre serio, metódico, religioso y familiar, con fama de dialogante, de maneras educadas y con un discurso sin excesos verbales. Siempre sin perder su seriedad, es una persona accesible, discreta y afable en las distancias cortas.
Tendrá que dejar la presidencia del PNV si, como es más que probable, es elegido lehendakari, para respetar la tradicional «bicefalia» de este partido, que no permite compaginar cargos internos con públicos y de la que solo se permiten excepciones con los cargos parlamentarios, no con los ejecutivos.
Previsiblemente será la segunda vez que ocurre en la historia del PNV, después de que en abril de 1980 Carlos Garaikoetxea dejara la presidencia del Euzkadi Buru Batzar en manos de Xabier Arzalluz para convertirse en lehendakari.
Ha dado muestras de su talante dialogante como cuando retomó los contactos con el presidente del PP vasco, Antonio Basagoiti, en octubre de 2008, tras cuatro años sin entrevistas entre líderes de ambas formaciones. Ya ha mantenido también dos encuentros con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.
También fue notable la buena relación que tuvo con el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, con el que llegó a varios acuerdos que causaron malestar en el socialismo vasco, con cuyo máximo representante, Patxi López, no mantiene una relación cercana.
Urkullu también recibió en octubre pasado en Sabin Etxea -la sede central del PNV, en Bilbao- a dirigentes de la izquierda abertzale en un encuentro que sirvió para «normalizar» sus relaciones.
Ahora se enfrenta al máximo reto posible como cabeza de cartel, el de recuperar para el PNV la Presidencia vasca, perdida en los pasados comicios tras treinta años en el poder.
El dirigente nacionalista, pese a haber sido parlamentario autonómico entre 1994 y 2007, ha realizado toda su carrera política relacionada con la vida interna del PNV.
Su único cargo público ejecutivo fue el de director de Juventud de la Diputación de Bizkaia entre 1987 y 1994, y en el Parlamento Vasco su principal labor fue presidir la comisión de Derechos Humanos entre 1999 y 2007, las legislaturas en las que Juan José Ibarretxe fue lehendakari, y en las que esa comisión elaboró la declaración de reconocimiento a las víctimas del terrorismo.
A los 23 años, en 1984, ya era miembro de la ejecutiva del PNV en Bizkaia, en la que permaneció de forma prácticamente ininterrumpida hasta 2007.
Desde que empezó en política en la segunda mitad de la década de 1980, formó parte del grupo de jóvenes cuadros del PNV de Bizkaia, llamados entonces «jobuvis» (acrónimo de jóvenes burukides vizcaínos) que fue tomando el mando del partido en este territorio.
En 1996 el grupo demostró que controlaba ya el PNV de Bizkaia al derrotar al veterano Luis María Retolaza, el candidato apoyado por el entonces presidente del EBB, Xabier Arzalluz, en la elección para el Bizkai Buru Batzar, la ejecutiva vizcaína.
Entonces el nuevo presidente del PNV vizcaíno fue otro veterano, Javier Atutxa, pero Urkullu ya fue el número dos y portavoz de esa ejecutiva y cuatro años después, en 2000, le sustituyó al frente de Bizkaia cuando se retiró.
Urkullu accedió a la presidencia nacional del PNV en diciembre de 2007, cuando fue el candidato de consenso entre los dos sectores del partido tras el abandono de la política de su antecesor, Josu Jon Imaz.
En enero de este año fue reelegido como presidente del partido, pese a que durante su mandato el PNV ha perdido gran parte del poder institucional que tenía (el Gobierno Vasco, ahora en manos del PSE-EE, y las Diputaciones de Gipuzkoa y Álava, gobernadas por Bildu y PP, respectivamente).