Vivir con una discapacidad no es fácil. Una treintena de niños de Valga lo descubrieron ayer
26 oct 2012 . Actualizado a las 07:00 h.Cualquiera que se fije un poco podrá detectar, con un simple vistazo, que vivimos en un mundo que no ha sido pensado para aquellas personas que padecen algún tipo de discapacidad. Las calles y los edificios públicos siguen cuajados de barreras arquitectónicas, las puertas siguen siendo demasiado estrechas, los mostradores demasiado altos. A pesar de la obviedad, muchas veces se nos olvidan los retos que tienen que superar día tras día quienes conviven con algún tipo de discapacidad. Por eso, a veces es necesario que nos lo recuerden. Por eso son tan valiosas experiencias como la que ayer vivieron una treintena de alumnos del colegio Ferro Couselo (Valga), que participaron en unas paraolimpiadas organizadas en el centro de día de esta localidad.
El objetivo de la actividad era doble. Por un lado se pretendía fomentar la interactuación de niños y ancianos. Por otro, se quería que los estudiantes, de diez y once años, comprendiesen que la vida no es de color de rosa.
Por lo pronto, ayer se les presentó en rojo y azul, los colores de los dos equipos en los que se dividió la expedición. Los dos grupos tuvieron que realizar cuatro pruebas, varias por parejas: un circuito en silla de ruedas, otro con una pierna atada a la del compañero, tirar bolos con los ojos cerrados y lanzar a canasta con un brazo en cabestrillo. «Ten o seu truco», contaba una vez finalizado el concurso Ángel, un rapaz de once años que se fue a casa con una medalla de oro. «A verdade é que é moi complicado facer as cousas sen ver, ou sen poder mover o brazo...».
Objetivos conseguidos
Queda claro que las paraolimpiadas han dado su fruto. Las sonrisas y las carcajadas de los usuarios del centro hablan de otro objetivo logrado: llenar de energía el centro. Los ancianos, además de tener sobre sus hombros la responsabilidad de decidir a quién iba el oro, a quién la plata, fueron los encargados de elaborar los trofeos que se entregaron a todos los asistentes: medallas y marcapáginas.
«Este tipo de actividades son muy positivas, ayudan a que los usuarios del centro de día mantengan los lazos con la comunidad», explicaba ayer una de las responsables de las instalaciones. Y si los ancianos sacaron provecho del día, otro tanto ocurre con los rapaces. «Foi unha experiencia moi positiva», decía ayer el profesor Francisco Sánchez.