Dos alumnos de hostelería del IES de Foz despuntan como cocineros

ANA F. CUBA VIVEIRO / LA VOZ

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cedida

«Berasategui es un dios, hace magia... con él aprendí de todo», afirma la viveirense Lola Rouco

04 nov 2012 . Actualizado a las 11:29 h.

«La cocina me da vida, por ella me levanto... tienes que sacrificar mucho, pero también recibes mucho. Llevo desde los 22 años y me ha dado más bueno que malo», proclama Lola Rouco (Viveiro, 1973). Estudió Delineación -«dibujar y pintar es arte, y la cocina es arte, siempre estás creando, diseñando, innovando... es lo que nos mantiene vivos, nunca te aburres»- pero en seguida probó el mundo de la hostelería y le gustó. Después de 13 años en Barcelona, «con 35», regresó a su pueblo y se matriculó en el ciclo superior de restauración del IES de Foz (que cursó mientras trabajaba en varios locales de Viveiro).

En el instituto -«sales muy preparada, tengo que darles las gracias por la puerta que me abrieron»- le brindaron la oportunidad de realizar las prácticas con el cocinero vasco Martín Berasategui, en el restaurante de Lasarte. «Era uno de mis sueños, conocer a los grandes y con ellos (Arzak también se ha brindado a enseñarle) sigo aprendiendo», subraya. «Estuve seis meses, éramos cien y al acabar me dijo si me interesaba ir de jefa de cocina a La Bernardina, una vinoteca de Donosti. La dueña es muy amiga suya y él nos ayuda mucho, siempre está a nuestro lado», destaca. Entre los clientes habituales de La Bernardina -en la carta sobresale la tabla de embutidos Joselito con pan-cristal o el atún rojo de almadraba- figuran varios cocineros. Hace poco acudieron un grupo de jóvenes profesionales gallegos, «que traen fuerza y muchas ideas... Siempre se dijo que en la cocina de Galicia no había creatividad, pero ellos van a aportar mucho, trabajando el producto». Para esta apasionada de la cocina -«me muero en los fogones»- lo más difícil del oficio «es que el cliente quiera volver, que la gente se vaya contenta y se lo cuente a otros, es la mejor crítica». Con Martín aprendió «un poco de todo», rotando de partida en partida. Lola, «un culo inquieto», no deja de moverse y formarse, a diario con sus compañeras y, cuando la crisis lo permita, cursando un grado en gastronomía y artes culinarias en el nuevo Basque Culinary Center.

Reconoce que, en ocasiones, una receta acaba en «chapuza». «Y a veces de una paranoia sale un plato que alucinas, es como un juego de niños». De niña «era muy comilona», pero su madre la mantenía alejada de la cacerolas (igual que ahora). Sus dos abuelas trabajaron de cocineras, en el hotel Venecia (Viveiro) y en Cervo. «Creo que he salido de ahí». Y, mientras crezca y se divierta, ahí seguirá.

Lola rouco jefa de cocina de la vinoteca La bernardina, en san sebastián