El otro espectáculo de Cheste

FIRMAS

MANUEL BRUQUE

Siete horas en el «paddock» del mundial de motociclismo, el lugar donde los aficionados con el pase adecuado pueden ver de cerca a sus ídolos

11 nov 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

A Jorge Lorenzo estuvieron a punto de tirarlo de la moto. No fue ningún rival. Ni siquiera era su moto, en realidad. Quien rozó el desastre de hacer rodar por los suelos al campeón del mundo de MotoGP fue una mujer ya entrada en años, pero a la que de repente le entró un fervor adolescente. La mujer, rubia y poderosa, cazó al mallorquín, que iba de paquete en un ciclomotor, y no lo soltaba. Acompañaba la llave con gritos de «¡Lorenzo, Lorenzo!», ante el estupor del agarrado, que tardó unos segundos en reaccionar. Cuando lo hizo lanzó al conductor de su vehículo un drástico «tira» y ambos escaparon del acoso, aunque con problemas porque a punto estuvo de caerse Jorge: la señora era muy pesada, y el piloto, liviano.

Sucedió en el paddock de Cheste, esa cara desconocida del Gran Premio pero que rebosa vida. Es el lugar donde los aficionados con el pase adecuado pueden ver de cerca a sus ídolos y, con un poco de suerte, hacerse una foto con ellos. Allí se cruzaron ya a media tarde Valentino Rossi, que conducía su ciclomotor, y Jaime de Marichalar. No se saludaron, puede que porque no fueran conscientes el uno del otro en medio del caos ordenado que por allí reina.

El número de fotografías que se sacan a golpe de móvil y luego se lanzan a las redes sociales es estratosférico. Silvia y Ana Carolina son las dos azafatas del hospitality de Estrella Galicia, uno de los que tienen más éxito. Ambas se pasaron toda la mañana y buena parte de la tarde posando con invitados de la cervecera o con simples espontáneos que pasaban por allí y aprovechaban para retratarse con la morena y la rubia.

La competencia en el paddock entre las firmas que allí están es dura. No es fácil enganchar al aficionado y desviarlo de su ruta para acercarlo a la carpa. Hay que salirse de lo habitual y muchos lo hacen. Entre lo más sorprendente, el concurso que tiene montado una empresa de herramientas: consiste en clavar cinco puntas en una tabla de madera en el menor tiempo posible. Se participa por parejas, pero los tiempos quedan registrados y todos los que agarren el martillo entran en un concurso para ganar una moto. Las puntas, eso sí, tienen que quedar bien clavadas. Lógico, otra cosa sería peligrosa con tanto neumático.