La crisis impulsa el«fracking», una agresiva técnica minera

Sara Carreira Piñeiro
sara carreira REDACCIÓN / LA VOZ

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Los ecologistas critican el riesgo de contaminación de acuíferos

18 dic 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

El término inglés, fracking, se puede traducir por fracturación hidráulica o fracturación inducida, y consiste en inyectar en el subsuelo agua con arena y químicos a enorme presión para hacer salir el gas o petróleo que está en pequeñas gotas entreveradas en las rocas. Esta técnica ya supone el 60 % de la extracción de los pozos de petróleo en uso, especialmente en Estados Unidos -es la base de su actual autonomía energética-, y en España hay diez comunidades autónomas en las que se está estudiando. Hasta ahora, el fracking era un sistema poco habitual por lo caro que resultaba, pero con el avance tecnológico y, sobre todo, el encarecimiento de la energía se está convirtiendo en rentable.

La agresividad de esta técnica radica en tres aspectos fundamentales: literalmente rompe las rocas del subsuelo, variando su estructura; activa componentes químicos más o menos tóxicos que hasta ese momento eran estables; y con el agua se inyecta arena y productos altamente corrosivos que generan bolsas de residuos y de forma accidental pueden acabar en un acuífero no previsto. Este listado de riesgos hace que el fracking sea una técnica denostada por los ecologistas, que alertan de los peligros y movilizan a las poblaciones; eso ocurre en el País Vasco y Cantabria, donde este sistema de extracción gasística se está estudiando.

Por lo que respecta a Galicia, tanto Jesús Gómez Besteiro -delegado del Colegio de Geólogos de España (ICOG)-, como Juan Ramón Vidal Romaní -director del Instituto de Xeoloxía Isidro Parga Pondal- creen que es muy poco probable que se llegue a desarrollar algún proyecto. «Para aplicar el sistema de fracking -explica Vidal Romaní- en Galicia tendría que haber un yacimiento convencional, un yacimiento que debe ser rentable por la balsa principal. El fracking solo sirve para alargar la vida de este yacimiento, es un aprovechamiento máximo del mismo». Como aquí no se da esta circunstancia, es casi imposible que ninguna empresa quiera aplicar la técnica.

En el único punto que puede entrañar cierto riesgo es, añade Gómez Besteiro, «si se conecta el agua [pesada, generada para el fracking] con un acuífero desconocido y por tanto incontrolado» que alimente a Galicia. Ese riesgo es muy pequeño, máxime cuando la cuenca hidrográfica gallega está lejos de la de Asturias, donde sí hay minas que tal vez se podrían aprovechar mediante la fracturación hidráulica. «Solo el agua de la cabecera del Sil puede verse afectada por acuíferos» foráneos, los de Castilla y León, pero en la zona limítrofe con Galicia no hay actualmente estudios de fracking.

Al margen de lo que ocurra en la comunidad, en España sí se estudia la posibilidad de implantarlo. ¿Es tan peligroso como denuncian las organizaciones ecologistas? Los geólogos son cautos. «Francia ha prohibido el fracking -dice Vidal Romaní-, pero Francia tiene 57 centrales nucleares y no necesita sobreexplotar sus yacimientos, que además no tiene». Gómez Besteiro recalca esta idea: «Es fácil prohibir lo que no se necesita» y recuerda que toda la actividad humana tiene un riesgo medioambiental. «Una mina de pizarra -explica Besteiro- aprovecha solo el 3 % de lo que extrae» y eso supone generar escombreras y diezmar el terreno.