Grabados del siglo XIX corroboran un recuerdo guardado en la tradición oral
10 ene 2013 . Actualizado a las 07:00 h.Según la tradición oral, por encima del túnel romano de Montefurado se levantó en tiempos una fortaleza, conocida como el castillo de la Pena do Corvo, que es el nombre tradicional del monte donde se encuentra esta antigua explotación minera. Hasta ahora no se pudieron localizar restos arqueológicos de esta supuesta construcción desaparecida, pero se conservan algunos testimonios gráficos que parecer corroborar su existencia.
Las pruebas documentales consisten en algunos antiguos grabados que ha reunido Ramón Vila, trabajador del Ayuntamiento de Quiroga que está al cuidado de los museos municipales de etnografía y geología. Una de estas imágenes es un grabado realizado por el artista José Cappa que la revista La Ilustración Española y Americana publicó en su número 38, aparecido en octubre de 1888. En ella puede verse la silueta de una fortificación ruinosa en la vertical del túnel, que está representado tal como se ve desde la actual carretera N-120 y el pueblo de Montefurado. Otro grabado del siglo XIX, obra del pintor Daniel Urrabieta Vierge, muestra el túnel y el castillo vistos desde el lado opuesto del monte, en el que se encuentra la localidad de Anguieiros. Una perspectiva similar a esta aparece en un grabado que acompaña un artículo literario sobre Montefurado firmado por el periodista compostelano José Rúa Figueroa que fue publicado en mayo de 1851 por el Semanario Pintoresco Español. En este artículo se lee además lo siguiente: «Corona una de las crestas del monte un fuerte de construción no muy antigua. En nuestra guerra peninsular, sirvió de asilo y de punto de defensa a los que trocaban de la noche a la mañana la azada por el fusil; hoy solo sirve como punto de meditación y de descanso a cuantos cruzan los valles de Quiroga para contemplar el magnífico espectaculo del monte Furado».
Derrumbe en 1934
El hecho que en la actualidad no se pueda ver en la zona ningún rastro de esta construcción, en opinión de Ramón Vila, puede deberse a un importante derrumbe que se produjo en el monte de Pena dos Corvos en 1934. Según consta en la documentación de la época, el 7 de diciembre de ese año la Dirección General de Servicios Hidráulicos recibió una orden telegráfica a fin de que tomase la medidas necesarias para atajar los problemas causados por un desplome de tierra y rocas que había cegado la boca de salida del túnel. Al no poder seguir ese curso, que databa de la época romana, el Sil volvió a correr por el meandro desecado e inundó tierras de labranza, provocando diversos años. El túnel, sin embargo, no volvió a quedar despejado hasta después de la Guerra Civil, en 1941. Vila cree que los restos que quedaban del castillo pudieron haberse perdido en aquel derrumbe.