Agentes de la Policía Local y personal de la sociedad protectora de animales de Lugo se hicieron cargo esta semana de dos perros que habían sido abandonados en Monforte. Uno de los animales estaba atado con un trozo de alambre de espino, aunque aparentemente ninguno estaba herido. Los que avisaron de lo que ocurría fueron vecinos de la carretera que une el casco urbano de Monforte con el polígono industrial de O Reboredo, alarmados por la situación de los perros y por su agresividad.
Alguien abandonó estos perros durante la noche del jueves al viernes de la semana pasada. Los residentes en la zona los vieron por la mañana. El que parecía más agresivo estaba suelto y el otro estaba atado con una correa a un hierro clavado en el suelo, en una de las entradas a una finca agrícola de grandes dimensiones que está entre la N-120 y la carretera de acceso al polígono.
Demasiada lentitud
Entre el vecindario hay descontento por la lentitud de las fuerzas de seguridad. La primera llamada la hicieron el viernes al servicio de protección a la naturaleza (Seprona) de la Guardia. Beatriz Díaz, la vecina que llamó, asegura que le contestaron que llamase a la Policía Local porque en ese momento la Guardia Civil no disponía de medios para atender ese asunto. La Policía Local envió un agente, pero a última hora de la tarde. Se limitió a constatar que los perros estaban allí, sin llegar a hacer nada más. «O sábado pola mañá volvinos chamar -dice Beatriz Díaz-, viñeron, arrimáronse un pouco, viron que estaban agresivos e dixeron que non podían facer nada». También les explicaron que el personal que atiende la perrera de Lugo, gestionada por la sociedad protectora de animales, no podía actuar porque en fin de semana no trabajan. Entonces, los vecinos llamaron a la perrera para contarles directamente que los perros estaban agresivos y sin comer. «Contestaron que ese día non podían porque estaban preparando algo relacionado cunha cabalgata de reis, e que o domingo só actuaban en caso de emerxencia, se aparecía algún animal atropelado», dice. «Pareceunos un pitorreo», se queja.
Por fin, el lunes personal de la perrera apoyado por la Policía Local se hizo cargo de los dos perros. Esa mañana el animal que estaba suelto apareció amarrado a la cadena del otro con un alambre de espino. Nadie en la zona sabe quién lo amarró de esta manera.