Una farmacia que puede salvar vidas

FIRMAS

CAPOTILLO

24 ene 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Llevan batas blancas, no son cardiólogos, son farmacéuticos y auxiliares, pero pueden salvar vidas. Aproximadamente 70.000 personas sufren un infrato de miocardio cada año, un 30 % puede fallecer antes de llegar al hospotal y cada minuto que pasa disminuyen las posibilidades de supervivencia.Tener un desfibrilador cerca puede salvarles y su instalación ya se está imponiendo en lugares públicos, como los aeropuertos. ¿Y por qué no en las farmacias? Eso es lo que pensó José Carlos Martínez Blanco, propietario de la Farmacia Herreros, de la plaza de Curros Enríquez, histórica en origen y de las más modernas y avanzadas que tiene hoy la ciudad. No puede hacer publicidad de los servicios gratuitos que ofrece, pero conviene saber que allí hay un desfibrilador a dispoción de quien pudiera necesitarlo. Supongamos que una persona sufre un paro cardíaco en la plaza de A Verdura. Lo primero es llamar al 061 y, si el caso parece grave, ellos mismos sugerirán que para ganar tiempo se acerquen a esta farmacia, soliciten el aparato y se lo apliquen al paciente mientras llega la ambulancia.

AJosé Carlos Martínez se le ocurrió instalar un desfibrilador en su botica en un viaje a Málaga, donde un médico le contó que habían salvado la vida a una persona porque había un desfrilador externo cerca. Habló con Sanidade y le dio vía libre, siempre que él asumiera la inversión de los casi 6.000 euros que cuesta el aparato. Y como una vida no tiene precio, se animó. Todo el personal, él y sus siete empleados, Vega Dueñas, Manuel Sabarís, Eduardo Cochón, Raimundo Rodríguez y Cristina Souto y Juan Carlos Mújica, hicieron un curso en el 061 y pasaron un examen para poder utilizar el desfibrilador, con el aval del Sergas y bajo supervisión técnica de Emerxencias Sanitarias de Galicia. Su manejo es sencillo, ya que solo deben ponerse los electrodos adhesivos a la persona que haya sufrido el paro cardíaco y seguir las instrucciones. El equipo, que está colgado en una pared de la farmacia, es semiautomático, está provisto de un sistema de análisis que monotoriza el ritmo cardíaco y, cuando es preciso, libera un choque eléctrico sin necesidad de que quien lo utilice sea experto cardiólogo.

El desfibrilador lleva dos meses instalado «y gracias a a Dios, de momento no hemos tenido que utilizarlo», comenta Martínez Blanco. Para él, no hay duda de que disponer de este aparato en la zona monumental de Pontevedra, donde vive gente mayor y es muy frecuentada por todos los pontevedreses, es importante. No le consta que exista en otras farmacias y probablemente sea la única de Galicia que lo tiene. Instalar desfibriladores en lugares públicos como centros comerciales o aeropueros e instalaciones deportivas puede reducir las muertes por infarto de miocardio. Lo ideal es que estén situados en lugares accesibles y como dice este profesional sanitario, qué mejor sitio que las farmacias, que las hay hasta en los lugares más reconditos del rural.

Es auxiliar y forma parte del equipo de la Farmacia Herreros, preparado por el 061 para utilizar el desfrilador.

Como sus compañeiros auxiliares de farmacia y farmacéuticos, en caso necesario podría salvar la vida a un infartado.

Como el resto del personal de la farmacia, realizó también el curso de tres días y el examen para poder utilizar el desfibrilador.