Enrique Mitchell: «Reconforta ver que tus obras benefician a la ciudadanía»

Fernando Molezún A CORUÑA / LA VOZ

FIRMAS

GUSTAVO RIVAS

Tras su retiro, hace balance de sus más de 40 años de dedicación

28 ene 2013 . Actualizado a las 15:35 h.

De él dicen que soñó la ciudad de A Coruña. Y algo de cierto debe tener esta afirmación, ya que es capaz de identificar la procedencia de las palmeras de la plaza de Galicia o citar las medidas de cada tubería que conforma el entramado de saneamiento de la urbe. Pero no es solo conocimiento lo que desprende Enrique Mitchell. Sus palabras están llenas de humanidad y agradecimiento. Así lo rubrica la retahíla de reconocimientos que va soltando mientras repasa sus cuarenta años y medio «exactos» como ingeniero municipal. Fue el primero, el que cambió la ciudad desde sus entrañas hasta los aspectos más externos. Fue el brazo ejecutor de la modernización de A Coruña. Algo que hizo bajo mandatos de los más dispares colores políticos. Pero a todos dejó contentos Mitchell, tal y como se pudo comprobar en el multitudinario homenaje que le brindaron hace diez días, y en el que sentó a su mesa a tres alcaldes: José Manuel Liaño Flores, Francisco Vázquez y Javier Losada. Se retira con 70 años y la satisfacción del deber cumplido, y dejando una profunda huella en el Ayuntamiento y en una ciudad que transformó para siempre.

-¿Cómo fue el homenaje de sus compañeros y amigos?

-Fue más grande de lo que esperaba. Creía que sería una despedida de oficina, pero los organizadores montaron una versión multitudinaria por la que solo puedo estar agradecido. Sobre todo a los tres alcaldes que tuvieron la delicadeza de asistir. Fue muy emotivo, me sentí francamente reconfortado por todo el cariño con el que se me trató.

-Fue usted un pionero.

-En su momento fui el único ingeniero municipal contratado a jornada completa. Es decir, no heredé el bolígrafo del anterior porque no había, así que tuve que montar mi ejército. Me ayudaron mucho los compañeros, porque los Ingenieros de Caminos, como colectivo, tenían también interés en que hubiese un interlocutor en el Ayuntamiento, un ingeniero municipal. Así que entré siendo casi un crío, con el título y poco más, pero me sentí muy apoyado en todo momento.

-Tuvo que aprender sobre la marcha.

-Me mandaban a consultar con compañeros de distintas administraciones, y así, sobre el terreno, me fui formando. O, mejor dicho, me fueron formando, porque tuve grandes profesores.

-Y fue descubriendo cuáles eran sus competencias.

-Es que estaba yo solo con algunos capataces, a los que guardo gran respeto y cariño. Eran grandes profesionales de los que aprendí mucho, incluso a arreglar cristales, si era necesario. Hasta aprendí a trabajar la piedra en los talleres de cantería. Había que hacer de todo.

-¿Cómo es el trabajo de un ingeniero municipal?

-La vida municipal es muy variada. Por allí pasa todo el mundo a protestar por el bache que hay frente a su casa. Tienes mucho contacto con el ciudadano. ¡Bendita información, cuando venía un vecino y te decía que estabas metiendo la pata en la zona en la que él vivía! En eso es muy distinto a otras maneras de ejercer la profesión. Mientras otros compañeros hacían una autopista o una presa, en el Ayuntamiento tenía que trabajar intentando pasar inadvertido.

-¿Por qué?

-Pues porque tienes 250.000 vigilantes a los que tienes que respetar, y cada portal es un castillo. En tu actuación tienes que intentar que la corporación quede indemne a pesar de las obras. Eso sí, reconforta cuando ves que lo que haces, aunque no sean obras grandiosas, benefician a toda la ciudadanía. Por ejemplo, el paso de Cabo Santiago Gómez, que es un puentecito, pero supuso una gran solución para la ciudad.

-¿Hay alguna obra que haya sido especialmente relevante para A Coruña?

-No creo que hubiese un salto evolutivo en la ciudad debido a una sola obra. Pero la construcción del paseo marítimo sí que supuso un cambio importante. De entrada, dejamos por fin de darle la espalda al mar. Era un proyecto que ya estaba pintado en el plan general de 1948, pero nadie se atrevió con él hasta que llegó Paco Vázquez, que fue el gran conseguidor que tuvo la ciudad. Porque más allá de lo que supuso hay que destacar también lo enérgicamente que se impulsó. Discutíamos sobre el tramo que podíamos ejecutar, y Paco se mostraba tajante: «De tramos nada, hay que hacerlo todo y ya», decía.

enrique mitchell ingeniero municipal recién jubilado

«La construcción del paseo marítimo supuso un gran cambio para la ciudad»

«Trabajando en el Ayuntamiento tienes 250.000 vigilantes a los que respetar»