Asegura que la mayor tontería que cometió en su vida fue dejar los estudios a los 14 años
04 feb 2013 . Actualizado a las 06:00 h.A Javier Maté se le podrá acusar de muchas cosas, pero no de no hablar claro: «Los futbolistas son pura mercancía». La frase que abre la charla promete, máxime tiendo en cuenta que el fútbol ha sido -lo sigue siendo- su vida. El que fuera portero del Celta durante once años y técnico hasta que llegó Mouriño, no entiende de eufemismos. Llama a las cosas por su nombre.
Lo que le había preguntado la periodista es cómo había acabado en Vigo un burgalés que en aquel ya lejano 1981 formaba parte de la plantilla de Real Madrid. «Me dijeron que tenía que venir al Celta y vine». De nada le sirvió revolverse, como de nada le sirve a ningún jugador cuando su club toma una decisión. Ni siquiera sabía situar Vigo con exactitud en el mapa. «Estaba lejos, me sonaba a chino y su equipo acababa de ascender a Segunda», recuerda.
Explica que con el tiempo no solo aprendió a querer a la ciudad, sino que hace tiempo que se siente un vigués más. Aquí formó una familia, aquí nacieron sus dos hijas y aquí amontona incontables rincones favoritos. Si al final se decanta por la estación marítima es por lo que le impresionó la historia de un emigrante con el coincidió en un avión durante un vuelo con el Celta hace años. «Aquel hombre me contaba con lágrimas en los ojos que hacía 40 años que no pisaba Vigo, que se fue a América en barco siendo apenas un niño y que había venido a enterrar a su padre. «?Y no creo que vuelva a venir?, me dijo. Aquella conversación no se me ha olvidado nunca», asegura.
Sin tanto dramatismo, Maté también emigró bien joven de su Aranda de Duero natal a Madrid -«Cruzar entonces el Manzanal por aquellas carreteras era como cruzar los Andes»-, para cambiar el uniforme de trabajador del Grupo Pascual por el de jugador merengue. Un salto tan grande que de un día para otro pasó de tener una nómina de 5.000 pesetas a otra de 40.000. «Menos mal que aquello del dinero supieron manejármelo muy bien mis padres», reconoce. Tal vez por eso el primer coche que tuvo fue un 127 no un deportivo y la semana que compró tres pantalones de marca pensó que se le había ido «la pinza y frené en seco».
Aprovecha Maté para subrayan que hay mucha confusión con el dinero del fútbol. «Es cierto que se mueven unas cantidades brutales, pero no los jugadores. Las barbaridades que pueden ganar Ronaldo o Messi provienen de la publicidad y los derechos de imagen. Se crea un monigote y se explota y en el momento que pierde fuerza o no entra por el aro se le devora y se crea otro». Se puede hablar más alto pero no más claro: «Los que lo manejan todo son los clubes y los 105 asesores que tienen los clubes».
Explica Javier Maté que lo del monigote lo descubrió con 19 años, en el Real Madrid cuando tuvo que ir a la mili «cuando ellos dijeron, en el destino que ellos dijeron y en el puesto que ellos dijeron». Añade que a los futbolistas no les queda más remedio que aprender pronto porque cuando con 22 o 23 años la gente todavía se está formando, ellos están profesionalmente en la madurez. «No se les puede exigir que se comporten como una persona adulta», sostiene.
Confiesa que «la mayor tontería» que cometió en su vida fue dejar los estudios. Tal vez por eso, en su actual puesto en el Rápido de Bouzas se harta de explicar a los 350 chavales de la cantera que al fútbol hay que jugar con la cabeza más que con las piernas. Y, tal vez también por eso y para compensar el tempo perdido, ha llegado a leer hasta 70 libros por año. «Lo devoro todo, novela, historia, biografías... Mi favorito es Delibes, quizá porque nacimos el mismo día, el 17 de octubre».
Otra fecha que recuerda es el 12 de diciembre. Fue la última vez que acudió a Balaídos. «Me invitó el Real Madrid».
CIUDADANOS EN SU RINCÓN Javier maté Director deportivo del rápido de bouzas
Javier Maté
Director deportivo del Rápido de Bouzas
Estación Marítimar
Me traumatizó una historia sobre emigración y desde aquí salieron miles de emigrantes