En los años noventa, el humorista José Luis Coll tenía una sección en un programa de TVE que se llamaba Pirulí que te vi. A pesar de lo que pudieran creer muchos vigueses, no hacía referencia al Hospital Xeral sino al edificio madrileño de Torrespaña. Pasado el tiempo, sin embargo, bien podríamos recuperar el nombre de aquel surrealista telediario para contar las noticias de la sanidad de Vigo.
Hay que decirlo claramente: las vidas de 265.000 personas están en manos de las urgencias de un hospital que no da más de sí. Desde que dejó de llamarse Residencia Almirante Vierna, el edificio ha ido sobreviviendo a base de parches y ampliaciones sin ton ni son, sin solucionar sus problemas estructurales. Cada vez que hay picos de gripe y otras enfermedades respiratorias, el cajón de la calle Pizarro se convierte en un auténtico embudo, los boxes se llenan y las camillas se acumulan en los pasillos. Como cantaba Celia Cruz: «No hay cama pa tanta gente». Por eso llevamos ya la friolera de quince años hablando de la necesidad del nuevo hospital para el área sanitaria de Vigo.
Y no hay más. La culpa no es ni de los médicos, que hacen su trabajo como pueden y casi siempre de una forma encomiable, ni de los recortes. El problema es ahora el mismo que cuando gobernaban los partidos de la oposición, por más demagogia que se haga en el Parlamento de Galicia a raíz de la desgraciada muerte de una octogenaria.
Lo ideal sería que el Xeral pasase a la historia de una puñetera vez y que nuestra clase política fuese capaz de concentrar sus esfuerzos en alcanzar un pacto sobre el nuevo complejo de Beade, que el bipartito no fue capaz de iniciar y que el PP es incapaz de acabar. Y lo demás son chistes. Pirulí que te vi.
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