Ropa, complementos y curiosidades de todo tipo, algunas llegadas de Nueva York y Londres, buscan su segunda oportunidad en O Castro
21 mar 2013 . Actualizado a las 07:00 h.trece rosas vintage
Juan se quedó en paro a una mala edad. No es que sea mayor, ni que lo parezca, pero «en cuanto ven el currículo, creo que ya me descartan por viejo». Convencido de que su tiempo como obrero de la construcción o estibador del puerto ya se ha terminado, Juan ha decidido explorar la vena creativa que comparte con su familia. Empezó pintando a mano camisetas. «Pero me llevaba muchísimo tiempo», señala. Luego, pasó a hacer sus diseños a ordenador. La tecnología, explica, no está reñida ni con el arte, ni con «hacer piezas únicas». Y ahora acaba de redondear su apuesta con la apertura de una tienda vintage que rompe moldes en Vilagarcía.
Les hablamos de Trece Rosas, un establecimiento que reina sobre el cielo de O Castro, en el segundo piso del número 29 de la calle Juan García. La luz entra a raudales por los grandes ventanales, iluminando un espacio pintado con tonos relajados y frescos. Nada más entrar, una gran mesa está dispuesta para tomar un té, o un café. Las piezas de porcelana, dispuestas con un gusto exquisito, son antiguas y están a la venta. En realidad, casi todo lo que se expone a la mirada del recién llegado puede ser comprado: son piezas con sabor único, rescatadas de anticuarios, de rastros o pescadas con habilidad en esa Red de redes que es Internet.
Allá donde se mire, los ojos acaban enredados en alguna rara belleza. Pueden quedar prendidos de un broche de los años sesenta traído de Nueva York, o engarzados en unos gemelos de esos que ya no se ven, o prisioneros de sombreros que evocan a los años cincuenta, o sumergidos en un delicado cuenco de cristal en el que esperan, prometiendo grandes historias, unos delicados anillos.
Pero buena parte de la magia del local cuelga de perchas. Y es que el fuerte de Trece Rosas es la ropa. Trajes, vestidos, camisas y chaquetas que se escapan de la uniformidad que en nuestras calles han impuesto las grandes cadenas. Inmaculados, los vestidos de segunda mano llegados de América e Inglaterra se mezclan con ropa cuyo origen hay que buscarlo más cerca. Algunas piezas tienen aún las etiquetas originales: son de segunda mano sin haber sido de primera. En las perchas hay de todo: vestidos para ocasiones especiales y para el día a día. Algunos bien las pudo haber llevado Grace Kelly cuando miraba por la ventana indiscreta, o Audrey Hepburn durante sus vacaciones en Roma. «La verdad es que a la hora de seleccionar la ropa y elegir las prendas me echa una mano mi mujer», confiesa Juan. Así que el toque femenino que envuelve a las Trece Rosas de esta historia lo ha puesto Carmen. Disfruten de él en O Castro.