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«La cocina estaba desprestigiada»

Soledad Antón García
soledad antón VIGO / LA VOZ

FIRMAS

Descendiente de García Barbón, vivió hasta los 14 años en su palacete de Vista Alegre

15 abr 2013 . Actualizado a las 11:21 h.

El escenario no se parece en nada al de su infancia, pero puesta a elegir rincón Elena Zulueta se decanta por el entorno del nudo de Isaac Peral. Para ser más exactos por los que un día fueron los dominios de la finca Vista Alegre, en la que se levantaba el palacete de José García Barbón. El filántropo, con calle propia y estatua en el citado nudo, fue su antepasado.

«Todo esto estaba cuajado de casitas, era un auténtico pueblo, con su iglesia, sus tiendas, sus herreros, su teatro, sus canchas de deportes y su escuela», afirma mientras señala la zona que ahora ocupa la autopista y las vías del tren junto al muelle de Guixar. Por ese «pueblo» correteó muchas veces de niña, ya que hasta los 14 años vivió con su bisabuela en el palacete de Vista Alegre. «Ella me educó, me enseñó el valor del esfuerzo y de la honestidad y me enseñó a dar gracias por todo». No parece una mala recomendación esta última teniendo en cuenta la privilegiada posición desde la que lo hacía.

Fue en entre aquellas paredes -kilométricas, eso sí- donde descubrió sus dos grandes pasiones: las matemáticas y la cocina. Y no necesariamente por este orden. Con un expediente académico brillante terminó licenciándose en Empresariales. «Me equivoqué. Tenía que haber sido una buena química, como mi padre», afirma.

Le gustaban los números -le siguen gustando-, pero le gustan más los fogones, entre los que empezó a moverse con apenas siete años. De ahí que un buen día lo dejara todo, incluido un «estupendo sueldo» y se lanzara a la aventura de abrir una escuela de cocina. Así nació Harina Blanca en 1999. Su entorno no lo entendía, pero Elena tenía claro su proyecto. «Me decían que estaba local». Y es que cuando hizo su apuesta, la de cocinero no solo no era una profesión reconocida sino que, dice, «estaba desprestigiada». La inclusión en la parrilla televisiva de programas como el de Arguiñano, «que se metió en las casas y despertó el placer ce cocinar», el empezaron a cambiar esa percepción.

Reconoce que los inicios fueron duros. «Empecé sola con 15 alumnos. Estaba hipotecada hasta las cejas y lo hacía todo». Desde entonces más de 10.000 personas han pasado por sus aulas, unas para seguir el curso completo reglado y otras para asistir a talleres.

La vida de Elena gira de tal forma alrededor de la cocina, que el tiempo libre que le deja la escuela, lo dedica a su blog Cuatro especias, en el que cada día bucean docenas de personas en busca de recetas para triunfar. Si no la encuentran ahí no la encontrarán en ninguna parte, porque tiene más de 1.000 de cosecha propia. Ahora está preparando un libro para recoger una selección.

Su debilidad es la caza, que aprendió a comer «desde que era una enana». Su abuelo Romualdo fue un gran cazador y su tío Valentín, campeón mundial de caza en Los Ángeles. Tener una pareja cazadora le garantiza un congelador lleno de perdices, liebres, palomas, tordos... Los pescados le gustan todos. Si tiene que elegir se queda con la merluza para cocer, la lubina para la sal y el lenguado para la plancha. No hace ascos a ningún marisco, pero ostra, percebe y nécora son sus favoritos.

CIUDADANOS EN SU RINCÓN Elena zulueta de madariaga directora de la escuela de cocina harina blanca