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La doma de la noche coruñesa

Xosé Vázquez Gago
Xosé V. Gago A CORUÑA / LA VOZ

FIRMAS

PACO RODRÍGUEZ

Una madrugada con los policías que vigilan la zona de copas de la ciudad

29 jun 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

«Ha sido una noche muy tranquila», insiste el oficial Juan Puente cuando se despide desde el asiento del copiloto del coche patrulla de la Policía Local. Las agujas rozan las seis y media de la madrugada de un domingo. En Juan Canalejo, entre los restos de la farra nocturna, apenas quedan un puñado de juerguistas tambaleantes. Puente y sus siete compañeros son de los últimos en irse y fueron los primeros en llegar con un objetivo: que la movida en Pasadizo del Orzán deje de ser el campo de batalla sazonado con alcohol y drogas que durante años amargó a los vecinos. Lo intentan desde noviembre y parece que lo están logrando.

La noche arrancó en el cuartel de la policía en Orillamar, pasadas las once y cuarto. Mientras su compañero conduce, Puente explica que el dispositivo lo conforman agentes voluntarios y que se despliega los jueves, los sábados y días específicos como el lunes de carnaval. Además pueden pedir apoyo a los agentes del turno ordinario, compuesto ese día por 16 funcionarios en ocho coches patrulla y dos más de paisano en un turismo camuflado.

«Torero de coches»

La patrulla comienza en coche. Pronto llegan los indicios de que será una noche tranquila. En los puntos de botellón apenas hay dos almas. Nadie en Santa Catalina, grupos dispersos en Méndez Núñez y en los soportales de Juan Naya, en Zalaeta. Puente les advierte que no pueden quedarse en la plaza, los vecinos se quejaron varias veces en los últimos meses. Los chicos, obedientes, cogen los bártulos y se van.

Hay algunas alertas en la radio, entre ellas dos por ruidos en pisos -Puente afirma que hay «muchas llamadas» por esas celebraciones- y otra por un «torero de coches» en la avenida de Gran Canaria. El diestro resulta ser un chico que, desde el medio de un carril, intenta parar con aspavientos un coche que lo lleve a Oleiros. No parece borracho ni drogado. Puente, firme pero educado (dos adjetivos aplicables a todas las intervenciones de los policías esa noche), le convence para que deje de caminar por la calzada.

Situaciones complicadas

El del «torero» no fue el único encuentro extraño de la noche. Hubo de todo, desde chicas que paran el coche patrulla para tirar los trastos a los policías (ocurrió dos veces) hasta un tipo de Ourense que fue expulsado del club Amura, en el espacio de ocio del puerto, cuando lo pescaron grabando con el móvil hacia la entrada del baño de mujeres. Muy borracho, pidió una hoja de reclamaciones y como no se la dieron -algo que provoca frecuentes visitas de la Policía Local a esos pubs- llamó al 092. La cosa no fue a mayores porque las chicas que avisaron de su arrebato fílmico-escatológico no quisieron denunciar.

Eso fue a las cinco y media de la mañana. Cuando los miembros del dispositivo habían vuelto a sus coches para patrullar la zona y ayudar con su presencia a que los últimos, y en general más vociferantes, juerguistas emprendiesen en camino a casa. Antes pasaron cinco horas en el Pasadizo del Orzán, en la calle que da sentido al dispositivo.

La clave del operativo es que está desplegado antes de que llegue la mayoría de la gente desde Méndez Núñez. La patrulla previa, además de para sancionar a los insistentes desconsiderados que aparcan sobre aceras o en calles peatonales -15 solo esa noche- y prevenir la formación de botellones en puntos sensibles, sirve para prever cómo de complicada y populosa se plantea la madrugada en el Orzán.

Abrazo al agente

A la una y media los agentes están desplegados. Los ocho agrupados y de uniforme, algo impensable hace solo unos años, cuando la calle era una selva. Son los encargados de domar el Pasadizo del Orzán Se sitúan en la acera alta justo enfrente del pub Indian Village, uno de los más concurridos del Orzán.

El lugar elegido no es casual. Desde ahí se puede otear toda la calle, el «pasadizo» que comunica la calle con la plaza Juan Canalejo y los tres vehículos policiales, que se aparcan en la confluencia con el paseo marítimo, impidiendo el paso de coches y con el morro hacia esa calle, para poder salir rápido si hay una emergencia en otro lugar. El efecto «civilizador» del dispositivo es evidente. La gente tira sus vasos en los contenedores, algunos incluso sin decírselo. Pocos protestan o hacen malos gestos. «En general la gente colabora -explica Puente-, aunque hay que estar atento porque a veces las cosas se complican».

De una y media a cinco y media los agentes sancionan a ocho personas por orinar en la calle, contra portales, cristaleras de farmacia... Algunos denunciados se ponen bordes, otros imploran o, pese a tener edad de ser abuelos, sacan un infantil «es que ya no podía más». Alguno, muy perjudicado, intenta abrazar a los policías. También impiden cuatro peleas e identifican a dos de los colocados púgiles, de 19 y 21 años. Las reyertas son muy comunes a la hora de cierre de los pubs y son peligrosas para los policías, que deben meterse en la marabunta que las rodea a separar a los contendientes. Por suerte fue una noche tranquila.

De 23.00 a 6.30

Horario

A medianoche se despliegan en el Orzán, antes y a última hora patrullan en coche.

Ocho policías

Los sábados

Entre ellos un inspector y un oficial. Los jueves son cinco, uno de ellos un oficial.

Diez patrullas

Del turno ordinario de noche

Cada una compuesta por dos agentes en coche, más una de paisano en vehículo camuflado.