
Tiene 40 años. Los mismos que su madre cuando lo trajo al mundo en Villafranca de los Barros. «De chapa y pintura estoy bien, pero tengo muchos kilómetros», comenta. Sus dos hermanos, Pedro y Pepe, le llevan 13 y 12 años. «Por eso mi madre quería una niña», comenta sonriente Ángel Cuéllar aún conmocionado, como todos, por el accidente de Santiago. «Mi padre fue ferroviario 40 años y ayer -la charla se desarrolla el jueves por la mañana- estuve hasta tarde hablando con él del tema», apunta Ángel, que debido a la profesión del progenitor a los seis meses empezó a gatear en Sevilla, donde trasladaron al papá-ferroviario.
El fichaje más caro
Su matrimonio con una coruñesa le llevó a afincarse en nuestra ciudad hace años. «Me siento coruñés de adopción desde el principio. No sufrí ningún tipo de proceso de adaptación a Galicia. Estoy muy agradecido del cariño de la gente. Si pudiese traer algo de Sevilla me traería la primavera y el otoño, aunque nunca tuve problemas con el clima». Es padre de dos hijos, de 12 y 6 años, y está separado. «Al mayor le gusta el fútbol y tiene cosas... El pequeño tiene cosas diferentes. Potencial. Espero que no lo lea», comenta este exfutbolista profesional. En 1995 lo fichó el Barcelona, que pagó al Betis 600 millones de pesetas. «Fue el fichaje más caro hasta ese momento», recuerda. Ángel tenía 22 años y se encontró con el contrato de su vida. «No me volví loco. Tampoco ganaba cantidades desorbitadas», destaca. «Siempre supe quién era y de dónde venía. He perdido negocios buenos por ser prudente. No soy agarrado. No tuve beneficios en la época de bonanza, pero en tiempos de crisis lo llevo mejor», comenta Ángel, que asegura que su padre jamás le permitió que le diese dinero o le comprase un coche. «Pagó 30 años la hipoteca», dice.
Pádel y fútbol
Las lesiones afearon su carrera, aunque presume de que con 35 años fue máximo goleador con el Narón. Ahora juega al pádel y va al gimnasio. Vive en la calle Amargura. «Soy todo lo contrario, pero así se llama y no se lo voy a cambiar yo». Le gustaría conocer Nueva York, es fan de los Smiths, y no tiene cuenta en Twitter. «Veo todos los partidos de fútbol que puedo», asegura. Ya dispone del título de director deportivo y piensa en ser entrenador, estar a pie de campo. Da nombre al campus de fútbol que tendrá lugar en Arteixo a finales de agosto. «La gente me conoce más de lo que pensaba», confiesa.